Millennials: el mundo de la violencia

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Millennials: el mundo de la violencia

Las formas de ‘tortura’ que los millennials conocen constituyen formas de violencia que no vivimos las generaciones anteriores

La violencia, según parecen dejar claro todos los indicadores contemporáneos, constituye la característica más visible del mundo de nuestros días y de la realidad que viven –o simplemente padecen– cotidianamente los integrantes de la más reciente generación, la generación Millennial.

¿Es realmente el mundo de hoy más violento que el de hace algunos años? ¿La violencia ha escalado de verdad a niveles nunca antes vistos? ¿Los jóvenes de hoy se encuentran más expuestos a manifestaciones violentas de lo que lo estuvieron sus padres o sus abuelos?

Responder a las interrogantes anteriores no es tan sencillo como parece, sobre todo porque no existen datos sistematizados que permitan hacer comparaciones puntuales entre los niveles de violencia padecidos por la generación anterior.

Lo que parece cierto, sin duda, es que el fenómeno está siendo mucho mejor estudiado ahora y que hoy estamos haciendo un esfuerzo serio por comprender sus implicaciones y consecuencias.

Al respecto, vale señalar los comparativos que circulan profusamente en redes sociales, mediante los cuales la anterior generación pareciera querer decir que a sus integrantes también les tocó padecer bullying, pero como ni siquiera había sido bautizado de esa forma, nadie lo consideraba nocivo al grado que hoy se le señala, aun cuando siempre fue indeseable.

En efecto, las manifestaciones de violencia psicológica y física entre los niños y adolescentes han sido siempre una realidad a la cual se debe “sobrevivir”, pero cuyos efectos probablemente hoy se resientan en mayor grado debido a que la agresión se multiplica al influjo de las redes sociales.

Es probable que, de existir mediciones históricas, los actos concretos de agresión que un niño o un adolescente sufre en el entorno escolar sean hoy similares –o incluso menores– a los que sufrieron sus padres o la generación anterior, pues hace una par de décadas era “normal” que en las escuelas se impusieran castigos estigmatizantes que hoy son impensables.

Sin embargo, los actos de agresión que padecen los miembros de la más reciente generación no son sólo actos momentáneos cuyos efectos de alguna forma se disipan con el tiempo, sino que permanecen largamente en la memoria colectiva porque son inmortalizados por sus perpetradores y por quienes, con intención o sin ella, los convierten en trozos icónicos de la cultura popular, reproduciéndolos al infinito.

De esta forma, la violencia se vuelve un elemento permanente de la vida cotidiana y luchar contra ella y sus efectos, un acto crecientemente complicado debido al poder destructor de las redes sociales.

Así, aun cuando la violencia psicológica y física no ha sido “inventada” por la actual generación, las formas de “tortura” que los millennials conocen y aplican a sus contemporáneos sin duda constituyen formas de violencia que no conocimos las generaciones anteriores y que hacen del mundo actual uno particularmente agresivo, un detalle que debería convocarnos a todos a la reflexión.