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Mi reino por una vacuna
Los mexicanos no nos resignamos a seguir perdiendo de manera olímpica a familiares y amigos víctimas del COVID-19. No queremos entrar a Facebook porque irremediablemente hay nuevas muertes preguntando propios y extraños de qué murieron, algunos hasta con un dejo de morbo. Los muertos, muertos están y hay que respetarlos.
Los contagios van en aumento y nuestra desesperación también va creciendo. Entre los temas comunes en las conversaciones usuales hay quienes aseguran que ya les dio el virus porque en alguna noche tuvieron altas temperaturas o alguno de los síntomas característicos que han tenido los contagiados, pero dicen que no tuvieron que medicarse. Estas personas ignoran que cuando se contagia el virus no hay imaginario ni escapulario que lo detenga, mas que tomando los medicamentos y teniendo los cuidados para no llegar a la intubación.
Pero es enorme la cantidad de muertos por neumonía que no han sido registrados en las estadísticas de fallecimientos por COVID-19. Recientemente se pueden observar las diferencias estadísticas que surgen entre las cifras de López-Gatell y las que ofrece el Inegi.
Muchos hemos sabido de personas que han muerto por el contagio y que han sido veladas y sepultadas con los riesgos que esto conlleva, ante autoridades de salud rebasadas por la pandemia o que se hacen de la vista gorda.
¿Qué pasará cuando lleguen de manera masiva las vacunas a nuestro País? Ya que se hayan inyectado quienes trabajan en el sector salud y que confluyen con contagiados. ¿Se vacunará a los adultos mayores en sus casas o en los asilos en los que estén viviendo?
¿Las empresas tendrán realmente la posibilidad de adquirir vacunas para sus empleados en un contexto global en el que hay una rebatinga por ellas? ¿Serán beneficiados con las vacunas los familiares de los empleados?
Las vacunas serán efectivas para contrarrestar aquella cepa con base en la que hayan sido producidas, pero hete aquí que hay varias cepas y para cuando se apliquen las vacunas de manera generalizada en México habrán surgido otras más, como la potente cepa africana, así que nos podremos vacunar, pero eso no será garantía para evitar el contagio.
En algunos países del mundo ya se están aplicando diversas vacunas, como es el caso de Estados Unidos donde los propios habitantes están haciendo largas filas, primero en vehículo y luego de conseguir la cita, para otro día, otra vez haciendo filas en vehículo y luego de manera pedestre privilegiándose a personas de 65 años y más o a quienes tengan alguna enfermedad crónica.
Hace semanas que se inició la vacunación en Texas y se “colaron” muchas familias mexicanas con personas de todas las edades en las filas de estadounidenses. Familias con la posibilidad de pagar la transportación aérea a Houston, San Antonio o McAllen lograron la vacunación. Pero los mexicanos del promedio deberán esperar esa posibilidad por meses. Me preocupa que en México siendo proclives a la tranza y al uso de influencias se vacunen las personas menos vulnerables mientras que pacientes con enfermedades catastróficas, como la fibrosis quística o la distrofia muscular, no puedan hacerlo.
Rememorando la escena en que Ricardo III acorralado en el campo de batalla gritó, con la intención de salvarse, “mi reino por un caballo”, seguramente habrá mexicanos de esos que no pueden hacer viajes internacionales que pagarán “el oro y el moro” para vacunarse.