Mi reino por un bloqueador de internet
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Mi reino por un bloqueador de internet
¡Las fiestas navideñas ya no son como antes! Frase que repiten cada vez más personas adultas que conocen el significado de lo que es una verdadera celebración familiar presencial, porque ahora las fiestas en general, prácticamente son virtuales.
Ahora en las reuniones los asistentes acuden como bultos humanos para ensimismarse apartándose de la realidad del contexto a través del uso de sus aparatos celulares para enviar o recibir mensajes de texto o de
WhatsApp vía internet.
No es divertido que aún en las celebraciones familiares más íntimas ocurra que buena parte de los invitados tenga a la mano su aparatos inteligente y lo saque como moderna arma de ataque donde los ejércitos en el campo de batalla parecen componerse de personas que compiten por estar más ausentes, o por dar las risotadas más incomprensibles a la manera de autómatas. ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Y yo que quería conversar? Se preguntará algún despistado de esos asistentes convencionales que aspiran a comunicarse con los demás.
¡Bendita internet que ahora todo lo gobierna desde la égida de las redes sociales! Pero, ¿no les parece que la comunicación interpersonal es irremplazable? Ni la telefonía estacionaria ni la móvil pueden hacer posible la magia de compartir miradas, gestos, la calidez de la energía corporal y la viveza de las voces humanas. ¿O sí?
El colmo sería que las mujeres pretendidas para los asuntos de casamiento “dieran el consabido sí” por medio de la internet sin la emoción de los corazones latiendo a mayor ritmo, sin el contacto de las manos y los ojos de los enamorados.
Hace pocos días haciendo fila en una institución bancaria había antes de mí dos personas que estaban compartiendo inquietudes interesantes. Ambos eran hombres adultos viviendo la etapa de plenitud que brinda la jubilación. Por lo que escuché habían sido investigadores de importantes universidades en el Estado de Morelos y en el Distrito Federal. Apenas se estaban conociendo y ya había una gran comunicación entre ellos.
El mayor de los dos, por cierto propietario de oficinas amuebladas para renta, le preguntaba a su interlocutor si sabía información sobre donde adquirir un buen bloqueador de internet con un radio de 50 metros a la redonda. Decía que le parecía justo detener la intromisión de señales alrededor de su casa. Por la pretensión de su dueño la vivienda debería estar en un predio no menor de dos mil 500 metros cuadrados.
Don Jorge, -ese es el nombre del potencial comprador- mencionaba que en la última reunión familiar le quitó a una de sus nietas adolescentes su aparato celular porque necesitaba saber cómo se encontraba emocionalmente ella, y su teléfono inteligente resultaba un enorme obstáculo para la conversación presencial.
Según la historia, el Rey Ricardo III en la parte culminante de la Batalla de Bosworth desarrollada el 22 de agosto de 1485 misma en la que perdía apabullantemente por lo que tenía que huir exclamó: “Mi reino por un caballo”.
¡Mi reino por un bloqueador portable de internet! Sería lo que don Jorge exclamaría ante la necesidad de
evitar la incomunicación presencial en sus reuniones familiares.
Un bloqueador portable tendría la capacidad de eliminar la señal Wi Fi, GSM, GPS, CDM y la 3G. También bloquearía la señal Bluetooth lo que inhibiría que la música estridente que hace que los asistentes tengan que gritar para escucharse inundara algunas fiestas. El problema es que bloquearía la señal telefónica estacionaria de su casa y la de los vecinos.
Considero que no es necesaria la adquisición de un equipo así que como los que se usan en las cárceles de alta seguridad para que se reactive el diálogo de saberes y se avive el afecto en las reuniones. Esta necesidad de comunicación existe en los hogares independientemente de clases sociales aunque es mayor en los más ricos.
Bastaría un buen código de urbanidad en torno al uso de la telefonía móvil para hacer la vida más llevadera y disfrutar paralelamente del mundo de la tecnología y del mundo de las interacciones humanas reales.