Mi amigo fiel

Usted está aquí

Mi amigo fiel

Foto: Especial

Por. Catalina Pabón Loaiza

“Perdóname por ser criollo, mestizo, o corriente, como comúnmente me llamas; en efecto, yo no tengo un gran pelaje, ni es sedoso, ni largo, ni abundante; mucho menos rizado o de bonito color. Más bien mi pelaje es sucio, descuidado, con muchos nudos debajo de él, y por más que he querido deshacerme de ellos no he podido.  Además, los ácaros, los piojos, las garrapatas, las pulgas, y las costras de mugre que, por acostarme en cualquier lado a recobrar el aliento, lo han maltratado.

Perdóname por romper la bolsa de tu basura, pero es que tengo hambre, hambre que tiene días y hasta semanas, hambre que no he podido saciar, hambre que duele hasta las costillas; costillas que por cierto, se me notan cada día más.

Perdóname porque mi aliento huele mal, pero es que la comida podrida, los pañales desechables que encuentro en la calle y mi falta de alimento en el estómago son los causantes de que no tenga un aliento fresco y una sonrisa bien cuidada.

Perdóname porque me atravieso intempestivamente por tu camino cuando tú, con el tiempo justo, vas rumbo a tu trabajo, tu oficina, tu escuela o mejor y más lindo aún, cuando vas a tu hogar a recibir esos cálidos abrazos, cariñosos besos y comida calientica y limpia sobre tu mesa.

Perdóname por haber nacido, por quitarte de tu aire, de tu espacio en este planeta; perdóname por existir y defecar en tus calles, en tus jardines, es que nadie nunca me enseñó dónde debía hacerlo y no siempre hay tierra para que yo mismo la cubra. Perdóname por dar un espectáculo de lástima cuando estoy enfermo, cuando estoy maltratado, cuando estoy atropellado.

Perdóname amigo humano, yo jamás he querido incomodarte, retrasarte, quitarte, ensuciarte ni entorpecer tu fabulosa vida; al contrario, cuando veo mamitas con sus hijitos caminar de la mano siempre a su cuidado y bajo su resguardo, admiro su capacidad para amar, admiro su capacidad de proteger. Si tan solo yo hubiera tenido un poquito de ese amor, pero me apartaron de mi mamita muy pequeño y jamás volví a saber de ella.

Perdóname, ya estoy queriendo soñar, y aunque me quiero levantar, mis pobres y débiles patas traseras no me quieren responder; es que, perdón, pero me atravesé y no vi venir tu carro, perdóname por causarle daños a tu auto, jamás fue mi intención.

Ahora siento mucho sueño, me siento tan cansado, hasta el hambre se me ha quitado y solo puedo ver una luz y escuchar una suave voz que me dice ‘ven amiguito mío, ya sufriste bastante, ahora te toca descansar’.
Mi querido amigo, hubiera sido muy lindo que tu mano alguna vez acariciara mi cabeza, hubiera sido inmensamente dichoso el haber podido recostarme en tu regazo, hubiera sido hermoso que juntos saliéramos a pasear. 

Pero ya no te preocupes ni te mortifiques por mí, porque al fin y al cabo, solo fui un simple perro callejero”.
Dolorosa y cruda realidad de miles de perritos y gatitos que viven deambulado por las calles, bajo la sombra de la violencia y los abusos que a diario se tienen que enfrentar. 

Con esta triste reflexión, nunca más ningún perro ni gato callejero nos tendrá que pedir perdón, y por el contrario, seremos nosotros quienes tengamos que pedirles perdón a ellos por tanta indolencia e indiferencia. 

Denuncia el maltrato animal línea telefónica 066

¡Di NO a la indiferencia!

#adoptanocompres