México lindo y…
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México lindo y…
Pienso que algunos ciudadanos que no han tenido el propósito ni la oportunidad de llevar formalmente estudios de sustentabilidad conocen más del tema que algunos especialistas.
Es el caso del pescador que conocí en el año 2006 en los manglares de Tabasco que explicó de manera sencilla la importancia de no lastimarlos para que el resto del ecosistema pudiera sobrevivir, lo que implica sustentabilidad. Ciertamente si destrozamos parte de un hábitat al final lo estaremos afectando en su totalidad.
La sustentabilidad también es cuestión de ética individual y de ética colectiva. Conocí recién a don Martín Carranza, con quien conviví menos de quince minutos pero en ese breve espacio de tiempo alcancé a aquilatar sus valores.
Me compartió que había nacido en Matamoros, Tamaulipas, que su esposa hijos y nietos eran nuevoleoneses y me dijo con franqueza que los regiomontanos no eran del todo buenas personas porque no hacían nada por los demás, (primera lección).
Como es tan enorme el área Metropolitana de Monterrey y su gente proviene de muchas raíces, él piensa que los que la vienen a visitar no saben exactamente el tipo de personas que se van a encontrar a diferencia de los pueblos o ciudades más pequeñas en donde se conoce el tipo de pobladores que las habitan.
Don Martín después de jubilarse como contador de una empresa citadina se auto emplea como taxista. Yo tuve que salir de emergencia fuera de la ciudad y mi vehículo no estaba en condiciones se ser usado así es que me dirigía a la Central de Autobuses cuando él observó que detuve a un taxista y no quiso llevarme.
Detuvo su automóvil y al preguntarle que si tenía cambio del billete que le mostré, me dijo que no, pero que igual subiera al taxi porque él resolvería el problema con unos despachadores de una gasolinera. Yo tenía prisa porque aún no tenía boleto de autobús y había una cita inaplazable a donde me dirigía, así es que decidí entrar a aquél automóvil.
En el trayecto me fue contando que la gente de las ciudades grandes no conocía el buen trato. Llegamos al local, me quedé dentro del taxi mientras él se bajaba a cambiar el billete sin lograrlo. Don Martín a su regreso me siguió compartiendo que en las ciudades era difícil encontrar personas que supieran lo que era la cortesía, (segunda lección).
Me habló de que México era un gran país y muy lindo, como lo dice el título de la canción “México, lindo y querido”, pero que más bien el cambiaría la palabra querido, por la palabra podrido por las experiencias que de pronto se viven y que están relacionadas al hábito de los mexicanos de no dar nada sin algo a cambio.
Ya por llegar a mi destino me previno que en la Central de Autobuses había gente que se dedicaba al robo y que guardara bien mi billete. Aunque es de no creerse, don Martín no me quiso cobrar sus servicios y nos despedimos con un fuerte apretón de manos.
Durante mi traslado de dos horas hacia el municipio de Sabinas Hidalgo, Nuevo León no dejé de pensar con alegría en la congruencia ejemplar de alguien como Martín Carranza. Tal vez él tenga más de 70 años pero sigue trabajando y lo hace con ética dando muestra de una cordialidad que quisiera encontrar en los demás.
En otro comentario dijo que llevaba consigo algunos recibos que sus hijos le habían dado porque donde laboran no se les permite salir y para pagarlos le habían dado dinero, (tercera lección). Así que también encontré integral la congruencia de don Martín porque es un hombre que no sólo gusta de servir a los demás con un valor agregado: también sirve a su propia familia. ¡Fue un honor conocerlo porque mexicanos como él son inspiradores!