Meteorito y medio ambiente

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Meteorito y medio ambiente

De unos años para acá se intensificó la campaña global para programar a todos sobre el cambio climático que distintos estudios atribuyen a la actividad humana en el planeta. Aunque, como en todo en estos tiempos, existen versiones y matices diversos acerca del calentamiento global o del impacto que tienen los humanos sobre el planeta, es relativamente sencillo llegar a la conclusión de que los humanos sí hemos afectado al planeta y el impacto que tenemos puede reducir nivel y expectativa de vida de muchos. Los gobiernos han reconocido desde hace 50 años el impacto que tienen, por ejemplo, combustibles fósiles en el planeta y han legislado cambios constantes a sus leyes para mitigar y revertir esos efectos. Se señala con frecuencia a los automóviles como una de las principales (o al menos más visibles) fuentes contaminantes. Pero casi nadie te va a decir que, en un país como Estados Unidos, la contaminación por gases de combustión que genera un automóvil hoy es cerca de 99 por ciento menor que la de los años sesenta. Ejemplo práctico: toma una hoja de papel de máquina y dóblala unas 6 o 7 veces a la mitad. El área de la hoja es la cantidad de contaminantes que eran aceptables hace 40-50 años. El área de la hoja después de los dobleces es la cantidad aceptada y regulada hoy.

Sin cuestionar que sí hay mucho más por hacer, es a todas luces obvio que existe una campaña agresiva (y hasta ahora exitosa en países como México) de convencimiento de que todos los países deben ajustarse a un determinado librito de reglas para entre todos mejorar el medio ambiente. Últimamente ha sido muy sonado el caso de la CFE en México y los desplantes de la 4T sobre la legislación y el efecto que esta tiene en tecnologías renovables. Muchos, como acto reflejo por sentimiento anti-AMLO o por un verdadero enfoque ambientalista, saltan al ring para abogar por esas entidades (y gobiernos) internacionales que tal vez buscan mejorar el medio ambiente, pero también están atrás de un negocio gigantesco al hacer obsoletas todas las tecnologías y capacidad que países como México han comprado durante las últimas décadas.

Así, de pronto, nos quieren vender la idea de que ya todos contaminamos mucho y por lo tanto debemos bailar al son que nos marcan Estados Unidos y Europa. En ninguna campaña ambientalista señalan que entre Estados Unidos y Europa han generado cerca del 47 por ciento de todas las emisiones de dióxido de carbono desde 1751. México aporta poco más del 1 por ciento. Entonces, sería prudente reconsiderar qué tipo de reglas y “verdad histórica” queremos comprar acerca del medio ambiente y el rol que debemos tener cada país en remediarlo. Subirnos, sin pensar, al tren que manejan el World Economic Forum, la ONU, la OCDE, entre otros, es algo que como ciudadanos del mundo y como mexicanos debemos evitar. Sí, hay que apoyar iniciativas verdes y mejoras en el cambio climático, pero hay que entender los costos y beneficios de corto, mediano y largo plazo. Presento una duda seria sobre si alguien con verdadero poder y entendimiento del tema en México se lo ha planteado. ¿Cuál es el análisis de costos y beneficios para México?

Con frecuencia recibo, en redes sociales o WhatsApp, mensajes reenviados sin mucho análisis con notas sobre energías renovables, electrificación de autos, de lo irresponsable que es AMLO y los suyos al tratar de mantener sus plantas eléctricas y refinerías existentes. Pero creo que nos ha faltado entender las ramificaciones que tiene tirar todo a la basura porque una niña sueca está enojada con el mundo. Sí, México no es Suecia ni Noruega. En México, dada nuestra poca capacidad de generar nuestra propia tecnología, los europeos y los americanos nos vendieron plantas eléctricas, refinerías, carreteras, aviones y vehículos de todo tipo que ahora quieren que tiremos a la basura para comprarles el “iPhone 15” (vehículos eléctricos, paneles solares, molinos de viento); y sí, todos queremos el iPhone 15, aunque tengamos el 8 o el 9, pero no todos podemos o debemos pagarlo antes de que le hayamos sacado provecho, especialmente porque hacerlo sin pensar significaría estar votando por el meteorito para industrias y cadenas de suministro enteras. Tal vez tengo cierto sesgo al participar en la industria automotriz, pero estar pidiendo que emulemos a Noruega en vehículos eléctricos es poner en riesgo cerca de un millón de empleos directos y muchos más indirectos, sin plan atrás. Criticar a AMLO o a Guadiana por sus esfuerzos por encontrar uso al carbón de Coahuila es olvidarnos de las miles de familias que viven de ese mineral, como muchas vivieron de eso en Estados Unidos y Europa hace unas décadas. No votes por el meteorito sin hacer la tarea antes.