Metáfora de nuestra realidad Morena
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Metáfora de nuestra realidad Morena
Alegría, emoción, incertidumbre y confusión, rondan nuestro entorno morenista, por tantos anhelos, esperanzas y temores de que México retome el camino perdido hace muchos años.
El hombre que capitalizó el enojo y hartazgo de los mexicanos, con su tenacidad y apasionamiento, nos ha hecho creer en él y no debemos perder a priori la esperanza de que éste sea el principio de un cambio; un cambio que permita enterrar el arado profundo, hasta sacar las raíces de árboles que ya dieron fruto y sombra o que solamente fueron estorbo en el camino de la yunta, impidiendo que la semilla germinara para convertirse en fruto de la tierra (país), dejando crecer la mala hierba que regó su semilla en todo el campo fértil, naciendo y renaciendo temporada tras temporada.
Andrés Manuel fue limpiando el terreno yermo, con la esperanza de hacerlo fértil, dejando lecciones del trabajo que se requiere para que llegado el momento, se siembren semillas mejoradas y se planten árboles que con su sombra y frutos den vida al paisaje. También ha sembrado semillas transgénicas, lo que nos ha provocado sentimientos encontrados que, de una u otra manera, nos presentan una crisis multidimensional, manifestada en profundos problemas de adaptación y entendimiento, que van de lo humano, social, político y económico, entrelazados y articulados complejamente, enfrentándonos a nuevos paradigmas.
Lo que tenemos hoy no son problemas aislados que puedan solucionarse independientemente los unos con los otros, sino problemas estructurales que nos emplazan con urgencia a la creatividad conocedora y a la imaginación social para atender sistémicamente la interconectada crisis de nuestra tierra, nuestro país. A pesar de la obviedad y del aparente consenso que la anterior afirmación pudiera generar, se trata de un objetivo muy difícil de conseguir, debido a muchas limitaciones. Hay muchos problemas para los cuales no hay soluciones fáciles, es decir: enfrentamos sus consecuencias sin que ellas puedan remediarse con los fundamentos del pensamiento heredado.
Es por eso que Andrés Manuel ha puesto toda su confianza en quienes coadyuvarán con él en este cambio. Su tarea es limpiar el campo de malas hierbas y trabajarlo con la conciencia de lograr un nuevo espacio que dé frutos.
Resulta difícil ser optimista, pues lo que hoy necesitamos es un cambio de paradigmas, tales como formas de pensar, circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas, que nos lleven a la obtención del campo deseado y la cosecha anhelada, que sin duda es muy complicado de llevar a la práctica.
Algo que no se comprende es que se permitió la entrada de muchos que no merecen estar en la parcela, porque le quitan el privilegio a los que la trabajaron, deshierbaron, regaron y podrán dificultar la transformación que necesitamos.
La soberbia, percepción del individuo humano como centro del mundo utilitario, poco a poco se hace más patente en la incapacidad de tipos irracionales, que espero no entorpezcan salir del atolladero.
A todos nos conviene que el gobierno de López Obrador tome un rumbo diferente al que nos estuvo llevando el Pripancreatismo; el país ya no aguantaba más.
Pero el trabajo a realizar le corresponde no sólo a unos cuantos: se requiere una mayor participación ciudadana. Ahora se necesitan hombres y mujeres comprometidos con la recuperación del país. Que tengan una sólida convicción de servir y no de servirse. Que demuestren con propiedad la culminación de sus luchas ciudadanas, el amor al prójimo, a los valores de la patria y a nuestra idiosincrasia, producto de siglos de historia.
Que demuestren que el destino del hombre no es solo una cadena de apetitos que siempre se renuevan, un anhelar que no encuentre jamás su saciedad definitiva, un girar eternamente en la rueda de la necesidad y en la ilusión de satisfacerla. Sino por el contrario, que están listos para continuar con la batalla de años para recuperar y avanzar en la lucha cuerpo a cuerpo con el destino y rescatar lo perdido. Limpiar el campo y reconstruir la parcela. Por eso requerimos de hombres y mujeres de trabajo y no de marineros atraídos por el canto de las sirenas, porque el poder enloquece.
En una sociedad donde hay tanto hastío y molestia por el actuar negativo, por el engaño de los políticos, hay que mostrar mucha congruencia con lo que se ofrece. Han existido políticos honestos, pero si hacemos una revisión a la historia de México son una gran minoría. En lo general hay mayoría de malos gobiernos y malos gobernantes.
Hoy, la sociedad merece un gobierno al servicio del pueblo. El funcionario de todos los niveles debe saber oír y escuchar; ver y observar, los clamores de los más pobres, de los más necesitados. Eso será parte de la cuarta revolución.