Mercadotecnia, política y religión

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Mercadotecnia, política y religión

ESMIRNA BARRERA
En el caso de la religión y de la política existe la posibilidad de crear personajes e incluso devociones

En todo tiempo ha jugado un papel destacado la forma en que se presenta un líder político o religioso ante la sociedad. ¿Cómo sería la manera en que los antiguos papas o representantes de la nobleza se presentaban ante los demás cuando no existían los medios electrónicos?, ¿cómo sería el modo en que podían darse a conocer estos líderes ante los demás no sólo con las obras pictóricas en las que se eternizaban? La bondad o la maldad de estos personajes era reconocida y asumida en las sociedades en las que vivieron, por ello los motes “el bueno”, “el sanguinario”, “el malo” y una cantidad inmensa de otros adjetivos.

En el campo de la política ha habido verdaderos íconos a nivel mundial, como Winston Churchill y Margaret Thatcher en Inglaterra que fueron reconocidos por la pulcritud política de su quehacer y que tuvieron un agudo sentido de observación. Hombres carismáticos como John F. Kennedy casado con una mujer atractiva que fue la primera que catapultó mediáticamente a un marido en una posición de poder. Recientemente un remedo de mercadotecnia política se dio en el caso de Enrique Peña Nieto y su exesposa.

Ahora con el manejo de los medios de comunicación los candidatos a posiciones electorales ya no pueden ignorar como instrumentos los memes, podcast, el Instagram y el Facebook por la necesidad que tienen los usuarios de estos nuevos medios de tener noticias frescas sobre qué piensan, cómo viven y cómo se pelean estos candidatos, y entonces el nivel de debate racional en torno a ellos resulta muy menor. En el caso de la religión y de la política existe la posibilidad de crear personajes e incluso devociones religiosas.

Visité San José de Gracia en Aguascalientes que es un pueblo mágico que tiene como principal atributo el monumental Cristo Roto de 28 metros de altura, realizado por el escultor hidrocálido Miguel Romo Santini que inició la unión de sus partes el 5 de febrero de 2006 concluyendo dos meses después, el 16 de abril. Esta imagen se venera ampliamente y es visitada por miles de feligreses, hasta hay danzas de matachines con el membrete de este cristo en el norte del País. Está en un “islote” dentro de la Presa “Presidente Elías Calles” que data de 1928 y que ahora ha permitido el desarrollo del turismo religioso en un municipio que apenas tiene 5 mil habitantes. En el lugar hay una placa conmemorativa que da testimonio de la visita del cardenal Norberto Rivera, cuando al principio la Iglesia Católica veía con buenos ojos este gigantesco Cristo iniciativa de un gobierno estatal.

Lo mismo ocurre en el terreno de la política porque se construyen con la mercadotecnia a personajes creándoles cualidades que tal vez no tengan, y en el camino se desprecia a personas porque se presume cometieron delitos, y aunque la opinión pública olvida de pronto los malos adjetivos con los que alguna vez se les ha bautizado, estos motes representan para su futuro un estigma que no les permitirá ganar ningún puesto de elección popular.

Así que me he preparado mentalmente para conocer cuál será el fruto de la votación de este próximo 6 de junio en las entidades federativas en las que habrá elecciones, porque serán los votantes impulsados por las campañas de mercadotecnia sobre los candidatos los que decidirán en las urnas –como ha sido siempre–, pero ahora la situación económica de salud y de seguridad de la sociedad está en vilo, no basta con que una candidata sea atractiva o un candidato tenga porte de galán, se necesitan líderes verdaderos.

Es importante contar con votantes altamente críticos que analicen el pasado de quien desea ser diputado o gobernador, si realmente tiene estudios profesionales y si es estable en su relación matrimonial, por ejemplo. Evitar la creación de políticos al estilo del Cristo Roto –producto de la mercadotecnia– para que podamos confiar en ellos. Necesitamos políticos y líderes religiosos con narrativas genuinas. Es una pena que existan cardenales, arzobispos y obispos que viven como príncipes mientras el papa Francisco a todas luces quiere mostrar que el estilo de vida de un líder religioso debe ser sencillo.