Menos mal hace el hipócrita que se finge bueno que el público pecador
Usted está aquí
Menos mal hace el hipócrita que se finge bueno que el público pecador
Don Quijote desciende a la famosa cueva de Montesinos. Al salir de ésta y continuar el camino que llevan, el caballero manchego conversa con el primo, que sólo así lo llama Cervantes en la novela, y con Sancho Panza sobre la experiencia que en dicha cueva tuvo. Hasta que llegó el momento en que don Quijote dijo: “vamos a buscar adonde recogernos esta noche”.
“- No lejos de aquí –respondió el primo- está una ermita donde hace su habitación un ermitaño, que dicen ha sido soldado y está en opinión de ser buen cristiano, y muy discreto, y caritativo además. Junto con la ermita tiene una pequeña casa, que él ha labrado a su costa; pero, con todo, aunque chica, es capaz de recibir huéspedes”.
“- ¿Tiene por ventura gallinas el tal ermitaño? – preguntó Sancho”
“- Pocos ermitaños están sin ellas –respondió don Quijote-, porque no son los que ahora se usan como aquellos de los desiertos de Egipto, que se vestían de hojas de palma y comían raíces de la tierra. Y no se entienda que por decir bien de aquéllos no lo digo de aquéstos, sino que quiero decir que al rigor de estrecheza de entonces no llegan las penitencias de los de ahora, pero no por esto dejan de ser todos buenos: a lo menos yo por buenos los juzgo; y cuando todo corra turbio, MENOS MAL HACE EL HIPÓCRITA QUE SE FINGE BUENO QUE EL PÚBLICO PECADOR”.
En general todos los ermitaños son buenos, dice don Quijote, pero si alguno llegara a fallar causa menos mal que el público pecador.
Aunque ambas conductas sean reprobables por hacer el mal, la hipócrita y la pública, esta última es peor por el escándalo que produce. La primera queda un tanto suavizada, de ahí que el propio Cervantes en “El coloquio de los perros” haya escrito: “La santidad fingida no hace daño a ningún tercero, sino al que la usa”.
@jagarciavilla
JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA
LOS REFRANES DEL QUIJOTE