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Menos dinero para la educación superior
Un país que no apuesta por la educación, en especial por la educación superior limita de forma importante sus oportunidades de desarrollo, por tanto, la mejor apuesta que puede hacer México es invertir en su red de universidades públicas, sin embargo, en los últimos años la tendencia ha sido la contraria y 2021 pinta muy mal.
Desde hace algunos años el presupuesto para las universidades públicas en México no ha tenido un crecimiento real, su presupuesto ordinario se ajusta con base en inflación, pero en 2021 es probable que el incremento ni siquiera cubra la inflación. Sin embargo, las reducciones más importantes no se concentran en el presupuesto ordinario, sino en el extraordinario, que en los últimos tres años han tenido recortes cercanos al 35% en promedio.
Se trata de una estrategia tramposa porque permite al Gobierno Federal y a los legisladores afirmar que no se han hecho recortes a las universidades públicas, pero lo que no dicen es que dicha aseveración sólo es válida para el presupuesto ordinario, pero no para el extraordinario.
Hace apenas 5 años los fondos extraordinarios representaban entre el 10% y el 15% de los recursos que recibían las universidades públicas, pero con los recortes esa cifra para 2021 será menor al 5%, es decir, en la realidad en menos de tres años las universidades habrán perdido a través de recortes a los fondos extraordinarios aproximadamente el 10% de sus recursos.
A lo anterior debemos sumar el hecho de que la matrícula de las universidades ha ido en aumento, por lo que al mismo tiempo que han ido perdiendo recursos, las mismas no han dejado de cumplir con su función principal que es ofrecer oportunidades educativas a miles de jóvenes.
A mediano y largo plazo un esquema así no es sostenible y los legisladores federales, en especial los diputados federales, deben asumir su compromiso de apoyar a la educación, porque de lo contrario muchas instituciones no van a estar en condiciones de hacer frente a la carga financiera que hoy ya impacta en la capacidad operativa de muchas de ellas.
Solo para dimensionar, los fondos extraordinarios a través de bolsas concursables son hoy la principal fuente de ingresos para cubrir los siguientes rubros en las universidades públicas: construcción de nueva infraestructura física, mantenimiento de los inmuebles, compra de equipos especializados, aumento de la matrícula, equipamiento de las escuelas y facultades, proyectos de innovación, incentivos de desempeño para los docentes, intercambios académicos, entre otros.
Es decir, al recortar y eliminar fondos especiales lo que pierden las comunidades universitarias es mucho, porque hay inversiones que las propias instituciones no pueden hacer de manera directa, no porque no quieran, simplemente porque todo su presupuesto ya está comprometido y aún con recortes, mayor austeridad y reingeniería del gasto no existen maneras de emprender grandes inversiones, como por ejemplo la construcción de infraestructura o la compra de tecnología de punta.
Lo expuesto nos lleva a replantearnos la necesidad de ver a la educación superior como una inversión y no como un gasto, sobre todo una inversión que puede tener un impacto más profundo que algunos de los grandes proyectos del Gobierno Federal, como sería el caso de Dos Bocas o el Tren Maya, proyectos cuya viabilidad e impacto no son del todo claros a la luz de la evidencia que el propio Gobierno ha presentado.
@victorsanval