A media tabla
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¿Cómo evaluar el desempeño de la economía de Coahuila? Por su potencial de crecimiento económico, así como por la capacidad para sostenerlo sin grandes fluctuaciones a través del tiempo, es decir, por su mayor o menor estabilidad. Veamos los números.
Durante el periodo 2003-2013 la tasa de crecimiento del valor bruto de la producción en el estado, alcanzó un promedio anual real del 3.19 por ciento. Esta cadencia se compara favorablemente con la observada esos mismos años en la economía nacional (2.48), pero por debajo de la expansión registrada en otras diez entidades federativas del país que lograron ritmos superiores al de Coahuila. El valor máximo lo alcanzó Aguascalientes, con una tasa media anual del 5.17; en el extremo opuesto se colocó Campeche, cuya economía naufragó por el desplome de la producción de petróleo, registrando tasas negativas anuales (-3.1). Así pues, en materia de expectativa de crecimiento, nos ubicamos en la posición 11 de 32.
¿Cómo nos fue en el tema de estabilidad? Aquí nos situamos en el sitio 32 de 32, la economía coahuilense es la más volátil, o la menos estable entre todas las de las entidades federativas de México. El indicador estadístico que se utiliza para esta medición es la desviación estándar del valor de la producción bruta: Un número más elevado refleja una economía más inestable. Como ya indicamos, el valor máximo de la desviación estándar se computó en Coahuila (16.38), en tanto Guerrero consignó el mínimo (3.27). Si bien este estado sureño tuvo la economía más estable, en materia de crecimiento se colocó en los vagones traseros (posición 25 de 32, con una tasa anual del 1.88).
¿Cómo establecer el balance entre crecimiento y estabilidad? Un economista dedicado al análisis financiero, William Sharp, desarrolló un coeficiente que lleva su nombre y que mide, en el numerador, el diferencial de tasas de crecimiento (rendimiento esperado de activos en la aplicación financiera) de la entidad con respecto al país, y en el denominador, la desviación estándar. Los mejores niveles de desempeño económico se observaron en Quintana Roo, Baja California Sur, Querétaro y Aguascalientes. Las primeras dos entidades tienen una especialización en el área de servicios turísticos, en tanto las dos restantes, destacan por la pujanza de su actividad manufacturera. ¿Cómo salimos en la foto? A media tabla, en la posición 15 de 32. Hasta este punto, las cifras provienen de una investigación de la doctora Miriam Valdés y un servidor, investigadores del Centro de Investigaciones Socioeconómicas (CISE) de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC).
Como apuntamos la semana pasada, la economía coahuilense está fuertemente especializada en la industria automotriz, misma que aporta más de una quinta parte del producto interno bruto (PIB), el cual constituye la base del ingreso regional, y dos tercios de las exportaciones internacionales de bienes y servicios. La mayor especialización es producto de la apertura comercial, pues para competir en los mercados globales, las economías locales deben concentrarse en la producción de bienes y servicios en los cuales tienen ventajas comparativas y aprovechar los beneficios de la concentración espacial de la producción en materia de eficiencia económica. Pero como vemos, esto tiende a generar una mayor volatilidad. ¿Qué se puede hacer?
Lo primero es maximizar los beneficios locales de nuestra plataforma exportadora. Tomemos un ejemplo: El miércoles pasado, durante la presentación que hizo la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano) en Derramadero, se mencionó que la producción anual de las empresas establecidas en ese lugar asciende a 23 mil 061 millones de dólares (VANGUARDIA 8 de junio 2016).
La pregunta es: ¿De cada dólar exportado cuánto queda en la economía estatal? Aproximadamente 9.9 centavos de dólar, 6 centavos en compras de insumos producidos en el estado y 3.9 de remuneraciones a los asalariados (estas cifras se calculan con información de la matriz de insumo producto del estado de Coahuila, producto de un proyecto de investigación realizado bajo mi dirección por el CISE de la UAdeC, con financiamiento mixto del Gobierno de Coahuila y el CONACYT). Siendo empresas internacionales con corporativos en el extranjero y domicilio fiscal en el centro de la república, las utilidades no reinvertidas salen de la región.
Habría que agregar una pequeña fracción por pago del predial, si es que las empresas no fueron beneficiadas con la exención del mismo, pues lo del impuesto sobre nómina se incluye en los centavos de remuneraciones. Esto nos arroja una cifra de dos mil 290.50 millones de dólares la cual, por supuesto, no es para nada desdeñable.
Pero además de los seis centavos que se compran de insumos locales por cada dólar importado, estas empresas destinan 28.6 centavos a la adquisición de insumos en otras entidades de la república y 34.3 centavos más para importar insumos del resto del mundo. Es decir, estas empresas realizan compras de insumos intermedios en el resto de México y en el extranjero por 14 mil 504.39 millones de dólares. ¿Cómo podemos aprovechar al máximo este potencial?
Con estrategias de desarrollo de las cadenas de valor existentes, mediante el impulso a la diversificación de agrupamientos económicos, a través de políticas que retengan el ingreso y su gasto en la región. Llegamos a la misma conclusión de la semana pasada; se requieren políticas públicas de calidad y con visión estratégica. ¿Cuáles son los obstáculos para lograrlo y qué podemos hacer para superarlos?
adavila_mx@yahoo.com.mx