José Antonio Meade manifestó que en pocos meses aprendió las mejores lecciones de su vida. Lo que no le enseñó el doctorado lo pasó con 10 en el Partido Revolucionario Institucional. Me impresionó su incapacidad para manejar nuestra lengua y lo competente que es para el engaño o, si usted lo quiere, para lo que Sócrates llamó hace 25 siglos, la retórica. El filósofo demostró que un retórico, un merolico, puede convencer a las masas que sabe más de medicina que los médicos; todo está en manipular el discurso. Expongo datos sacados de la estancia de Meade y de quienes lo escucharon.
Cito a VANGUARDIA: “La seguridad es importante porque cuando la tenemos estamos dispuestos a invertir, y cuando invertimos estamos generando empleo; hay lecciones que aprenderle a Coahuila en esta materia”. ¡Qué a gusto, qué felicidad!, ahora sabemos que hubo seguridad. ¿Por qué no mencionó la palabra Allende, o por qué no habló de Piedras Negras o de Torreón o San Pedro…? En otro momento Meade expresó que las mujeres asegurarán su triunfo. No estaría mal que se encarara con las heroicas señoras que tienen precisamente 12 años buscando a sus desaparecidos. Las laguneras salen cada fin de semana al campo (es un decir, salen al desierto) a buscar ya no a sus deudos sino sus huellas, vestigios, cenizas. Y han encontrado miles de pedazos de seres humanos. La desaparición de más de mil 600 personas, que reconoció Rubén Moreira, clama justicia. ¡Su ausencia grita, aúlla!, como dijera el filósofo Jacques Derrida, precisamente porque la herida está abierta. ¿Lo sabe Meade?, seguro que lo sabe, es un hombre inteligente e informado.
Cito ahora la columna del cronista de Saltillo, Armando Fuentes Aguirre, quien platicó con Meade.
Nos dice que habló “de las luchas que los hombres del norte debieron combatir contra apaches, comanches y otros belicosos pueblos…”. ¡Válgame Dios!, Meade debería pedir alguna asesoría antes de llegar a una entidad de la que todo lo ignora. Está aprobando uno de los grandes genocidios de la historia, al nivel de los del Siglo 20. De mil 400 sociedades indígenas que había en el Noreste, no queda una sola persona. Los españoles secuestraron indios desde el primer día para venderlos como esclavos en Las Antillas. Los maltrataron en instituciones como la Congrega (en Nuevo León), tan perversa que debió ser prohibida por el rey, el virrey y condenada en varias cartas personales por la reina de España. Fíjese, don Pepe Meade, que en el Siglo 18 pasó por Saltillo una collera de apaches. Los prisioneros, que eran conducidos a Veracruz para venderlos a Cuba, se rebelaron en territorio potosino. El capitán que los llevaba cortó las manos derechas a 23 (lo informó él mismo). Un gobernador de fines del 19 presentó en su plan de trabajo, como primer objetivo de su gobierno “acabar con los indios”. Señor candidato: envíeme una dirección para regalarle unos libros sobre el tema; quizá será más prudente antes de hablar de lo que no sabe. He recogido datos en 26 archivos nacionales y extranjeros y conozco esa historia.