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‘Me, spoiler’

Quienes me conocen saben bien de mi debilidad por las series de televisión y, de manera particular, por la serie a la cual considero uno de los mejores productos de los guionistas contemporáneos: “House of Cards”.

De hecho, como lo he confesado ya en pretérita colaboración, prácticamente se me ha convertido en una muletilla el preguntar a quienes -por alguna razón para mi desconocida- me piden un “consejo” en relación con la actividad política, ¿ya viste “House of Cards”?

En verdad estoy convencido: la creación de Beau Willimon constituye una extraordinaria lección acerca del funcionamiento del poder -en cualquier latitud del mundo- y debe considerarse bibliografía básica para cualquier persona interesada en incursionar en el territorio donde se separan los individuos deseosos de tener autoridad, de quienes se encuentran condenados al eterno papel de súbditos.

Y no es solamente un extraordinario guión la razón por la cual esta serie se encuentra entre mis favoritas. Los personajes de la producción parecen haber sido cincelados para los actores a quienes se ha encomendado la tarea de encarnarlos.

Lo anterior es particularmente cierto en los casos de Kevin Spacey, Robin Wright y Michael Kelly, quienes dan vida, los primeros dos, a Frank y Claire Underwood (“la pareja presidencial”, Chente Fox dixit) y el último a Doug Stamper, un personaje cuya presencia ha cobrado particular relevancia en la cuarta temporada.

—¡Spoiler! —Se escucha de inmediato el grito estentóreo desde la tribuna.

Y acá, su charro negro, aguanta el vendaval con estoicismo mientras reflexiona: “pero si no he dicho nada”… Bueno: el otro día publique una foto de la última escena de la cuarta temporada en mi muro del feis… ¡Pero no les conté la trama!

No pretendo, en serio, echarle a perder a nadie la experiencia. Al contrario: mi intención es despertar el interés del público en un producto televisivo cuya calidad se ha mantenido a lo largo ya de 52 capítulos y constituye, sin duda alguna, el buque insignia del portal de televisión on demand, Netflix.

Pero no puedo simplemente decirles “vean la serie fulana o mengana”… ¡quedaría mucho espacio en blanco! y mis editores simplemente no me lo permitirían. Ellos esperan un texto de cierta longitud para rellenar un cajón previamente diseñado…

Por eso, debo aportarles algún otro elemento para despertar su curiosidad, concitar su atención y alentarles a interesarse en la historia de este matrimonio cuya única motivación es llegar a la cúspide y mantenerse ahí.

Poseo un buen número de amigos quienes comparten el gusto por la serie, pero aparentemente no son tan obsesivos, pues aún andan por ahí del capítulo 5 o 6… No puedo reunirme con ellos por estos días porque el tema salta de inmediato a la mesa y hay una asimetría en la información disponible.

Eso es un problema: necesito preguntar en cuál capítulo van y, además, someterme a la tiranía del más lento… Porque siempre hay un lento a quien no le corre prisa alguna, pero exige no ser saboteado en la experiencia revelándole información sensible de capítulos aún desconocidos.

—No, no, no, no, no… ¡No me digas ni media palabra más! Apenas estoy comenzando el capítulo dos: anoche vi los primeros catorce minutos y medio y me quedé en donde le toman fotos a la congresista Jackie Sharp saliendo del hotel en donde se encontró con…

—¡Spoiler! —se escucha nuevamente el atronador grito de desaprobación desde la tribuna…

Pero -en serio- ¿quién se avienta solamente los primeros catorce minutos y medio de un capítulo y es capaz de irse a dormir tan campante? Por favor páseme la receta porque tal conducta es para este servidor absolutamente imposible de igualar…

Si la serie -o el libro, o la película, o el juego- no me atrapa, es probable incluso verme arrojar la toalla antes de los 14 minutos. Pero en el caso de experiencias como la representada por “House of Cards” tal hecho es absolutamente impensable.

Pero la experiencia no es redonda, ni resulta completa, hasta el momento en el cual uno puede sentarse con otro fan de la misma calaña y se pone a comentar los detalles, a compartir puntos de vista y a diseccionar el trabajo realizado por quienes han intervenido en la realización.

Por eso, me urge que mis amigos -y mi esposa- terminen de ver la cuarta temporada. Necesitamos sentarnos -como en ocasión de las temporadas anteriores- a discutir sobre el contenido, los guiños, los giros inesperados, las sorpresas… Como, por ejemplo, la muerte de...

—¡Spoileeeeer!

Ok… Ya no les cuento nada… Sólo una cosa: prepárense para una quinta temporada.

¡Feliz fin de semana!

carredondo@vanguardia.com.mx
Twitter: @sibaja3.