Mascogos, seminoles y apaches
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Mascogos, seminoles y apaches
Esmirna barreraEl fin de semana anterior, la Escuela de Historia participó en una reunión multitudinaria de negros mascogos y seminoles en Del Río, Texas. El grueso de la conferencia estaba compuesto por más de 300 delegados de las que denominan “naciones”, cosa que me impresionó porque en la era colonial del noreste se llamaba naciones a las sociedades indias. Hubo, también, apaches que se autonombran N’de.
No podían quedarse fuera los paisanos mexicanos que viven de aquel lado de la frontera: prepararon comida y bailaron para los afroamericanos nada menos que “El Son de la Negra”, que fue bien recibida. Vinieron zapotecos de Oaxaca y mexicaneros de Durango, que cantaron y bailaron en ese ambiente de fiesta.
En medio del bullicio, de repente se pidió silencio anunciando a doña Lucía Vázquez, la mujer más vieja de los negros del Nacimiento, en Múzquiz, Coahuila. Ella se había negado a ir porque se ha quedado ciega. Le dijeron que allá en Texas vivía una nieta ya mayorcita a la que no conocía (sus padres migraron años atrás). Entonces aceptó: “no la podré ver, pero abrazarla sí”. Con aplausos y gritería apabullantes la hicieron pasar al frente. El animador colocó el micrófono junto a su rostro y algo preguntó en inglés. Doña Lucía aclaró que no quería hablar y empezó a cantar. Todas las mascogos del Nacimiento se unieron a la cantilena y con voces y palmas la acompañaron. Fue emocionante. Hace algunos años “El Cerdo de Babel” editó un CD con canciones de las señoras mascogo.
Me sorprendió que la mayoría de los negros ahí presentes se consideraran “negros seminoles”. Se referían con cierto orgullo a quien les dio identidad: John Horse, que fue quien los introdujo a México y negoció tierras con el gobierno; nuestros mascogos lo conocen por Juan Caballo. No dejé escapar la oportunidad de comentarles que a Coahuila llegaron negros esclavos de Luisiana y Georgia que escaparon de sus amos en 1841, y que aquí se les acogió y defendió, pues venían huyendo de sheriffs y cazadores de esclavos. Llegaron en grupitos separados y de repente: unos arribaron a Zaragoza, otros a Candela, Monclova, Parras y Saltillo. Se atrevieron a evadirse cuando se enteraron que México había aprobado en su Constitución la abolición de la esclavitud con la advertencia que cualquier esclavo que llegara, con sólo tocar nuestra tierra, era libre.
Daré un bello ejemplo: aparecieron varias familias de negros en Candela, pequeña y frágil población. El alcalde, temeroso de los gringos, contrató jinetes armados que acompañaran a los migrantes-libertos hasta Saltillo. ¡Hay alcaldes insignes! Subrayo la fecha 1841 porque esos negros se adelantaron a las circunstancias de la historia liberándose a sí mismos. Todavía no se sabía que tendría lugar la Guerra Civil americana en la que murieron más de 618 mil norteamericanos de ambos bandos. Al triunfo del Norte, Lincoln liberó a sus esclavos. México no requirió de matanzas para liberarlos… y Coahuila tuvo una actitud de la que podemos jactarnos.
Otra sorpresa del Congreso Mascogo-seminol fue que personas que desconocíamos nos pidieran el libro que publicamos en la Universidad Autónoma de Coahuila coordinado por Cristina Martínez y por mí con el título “Negros mascogos: una odisea al Nacimiento”. No sólo eso, sino que nos mencionaban fotografías del libro que deseaban les enviásemos. Una joven seminol me dijo que tenía fotografías antiguas de negros mexicanos. Le informé que preparamos una segunda edición y podríamos incluir varias de sus fotos. En el libro aparece por primera vez la llegada de los negros que se liberaron a sí mismos.
Yo llevaba una ponencia que presenté sobre el origen y caracterización de los indios, de aquel y éste lado de la frontera, ayudado por diapositivas para la comprensión de las ideas. Gustó.
Un desfile fue uno de los momentos culminantes. Los grupos llegados de Texas, Luisiana (un biloxi), Nueva York, Canadá, Oklahoma, Florida y Coahuila ingresaron a un auditorio gigante portando unas 25 banderas dando pasitos pequeños, muy solemnes. Entre ellos estaba la señora Claudia González, del Nacimiento, portando, muy digna, la bandera de México. Luego tuvo lugar el “pow-wow” apache alegrando el encuentro.