El durísimo golpe que recibieron contra el LAFC tiene explicación, y se basa en una displicencia directiva ante actores que han hecho lo que se les pega la gana.

Miguel Herrera y Santiago Baños acabaron su ciclo, aunque no se quiera reconocer en el América. Personajes a los que, si bien controlan desde las oficinas de Televisa, les han dejado aplicar manga ancha a sus intereses y caprichos. Herrera tiene en su cuerpo técnico a 14 elementos, y no ha servido para maldita la cosa, solamente suman fracasos.

Herrera ha dirigido 22 torneos al América, contando Liga, Copa, Supercopa, Campeón de Campeones, Concachampions, Leagues Cup y Campeones Cup. Cuatro títulos: Clausura 2013, Apertura 2018, Copa MX en 2019 y Campeón de Campeones ese mismo año. Es decir, han sido más lo malos momentos.

Fracasos sonados. Eliminados en la primera ronda de la Copa MX en 2012; un año más tarde, en Concachampions, no clasifican a la segunda ronda en un grupo de tres equipos, con el Alajuelense y el Sporting San Miguelito; dos finales perdidas cuando la vuelta fue en el Azteca, la de León en 2013 y la de Rayados en 2019. Herrera no es tan ganador como parece; es más, de los entrenadores históricos del equipo está muy por debajo en efectividad de campeonatos-torneos dirigidos con relación a Raúl Cárdenas y Jorge Vieira, quienes son los únicos por encima del 50%.El Piojo tiene 18%.

Desde que se fue Yon de Luisa a la Federación Mexicana de Futbol, se han empeñado en desaparecer todo lo que en el equipo funcionaba. La llegada de Joaquín Balcárcel, como el hombre fuerte de futbol en el grupo, cambió todo. Ahora, las políticas y procesos no existen, la institucionalidad tampoco. Cambiaron donde no debieron cambiar y están pagando muy caro. De ser un equipo de alta categoría y muy bien administrado, hoy dan pena.

Todo lo que oliera a De Luisa desapareció. Mauricio Culebro, José Romano, Mauricio Lanz, Quentin Paquelier, Carlos Valenzuela, Alfredo Tena y Carlos Aviña, forjadores de la directiva más exitosa desde los tiempos de Emilio Díez Barroso, ya no está más.

Hoy, Balcárcel, Baños y Herrera compiten por estar en el rubro de los peores directivos de la historia, lista encabezada por Michel Bauer, Pablo Cañedo, Raúl Quintana y Alejandro Orvañanos. A ese nivel están.

Se recuerdan más momentos de bravuconería que de éxitos con Miguel Herrera. Un entrenador al que lo han dejado hacer de todo, desde el nepotismo evidente al contratar familiares y amigos, hasta convertirse en el vocero del equipo. Da la impresión que quiere dar la imagen de fortaleza y ser como si fuera el dueño, y no es más que un entrenador. Sus pleitos son más famosos que las copas ganadas y sus escándalos más recordados que sus éxitos en el campo. La imagen que entregan es la de un equipo sin clase, sin valores, sin futuro.