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Cuáles son las peores picaduras de insectos; ¿duelen más que las de avispa?
¿Has escuchado del Schmidt Sting Pain Index o Índice Schmidt del Dolor? Se trata de una escala de cuatro niveles en la que los piquetes de avispas son superadas por mucho por otros insectos.
El índice fue creado por Justin Schmidt, quien trabajó como director de investigación en el Southwest Biological Institute (SBSC) de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, y estudia los mecanismos de defensa química de hormigas, abejas y avispas.
De su larga investigación en la que recibió alrededor de picaduras de 150 tipos diferentes de insectos se desprende una siguiente lista de cuatro niveles, ordenados de acuerdo con el sufrimiento causado.
De acuerdo con Schmidt, el piquete de la avispa tradicional se encuentra en el nivel 2 de intensidad.
Según el índice que clasifica el nivel 1 como "casi placentero" y el 4 como “terriblemente eléctrico”, los insectos con la picadura más dolorosa son los siguientes:
Hormiga aterciopelada
Con una descripción descrita como "corrosiva, ardiente e implacable, como si alguien usara un taladro para exponer una uña encarnada, o vertiera una taza de ácido clorhídrico sobre una herida", la Dasymutilla occidentalis, se encuentra en el nivel 3. Hay peores.
Avispa cazatarantulas
La caza tarántulas es, con hasta cinco centímetros de longitud, la avispa más grande del mundo. Para fortuna de sus víctimas humanas, el dolor de su picadura se detiene después de cinco minutos se detiene. Sin embargo, eso no quita que la se encuentra clasificada dentro del nivel 4.
Hormiga bala
El piquete de la Paraponera clavata es descrita por Schmidt como " intenso y radiante, como correr sobre brasas de carbón ardientes y enterrarse un clavo oxidado de siete centímetros en el talón". No es lo único. Para aquellos que han tenido la mala fortuna de ser víctimas de este insecto, afirman que el dolor que ocasiona permanece alrededor de 24 horas.
En contra de la hipótesis de Scmidt se encuentra la misma subjetividad del dolor. No obstante, en la década de los 80, el entomólogo Christopher K. Starr también desarrolló una escala de dolor: "A simple pain scale for field comparison of hymenopteran stings" (Una escala de dolor simple para la comparación de campo de las picaduras de himenópteros), en cuyos resultados identificó las mismas picaduras de insectos que su colega.