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1. Frente a la contumacia de gente que cree y quiere tener la razón en todo prefiero callar y retirarme de su lado. No tiene sentido conversar o debatir con alguien que, se empeña en adoptar una actitud terca, inamovible y acrítica.
Es posible que tras estas actitudes se escondan dos espectros que dan pena y miedo: la soberbia y la ignorancia, no sé en qué orden enunciarlos.
Anoche recibí la llamada telefónica de una amiga que está gravemente enferma “del estiércol que inunda este país”. Así lo dijo. Y de que está enferma de verdad, lo está, pero las circunstancias por las que atraviesa México la han postrado ya en la cama y se encuentra peor que nunca.
Se trata de una mujer inteligente, de una mujer que piensa y que se preocupa por este país. También, de una mujer culta, amante de las artes y del conocimiento, aunque nada arrogante ni pretenciosa. Estas poses sólo las adopta, precisamente, ante los pretenciosos y los arrogantes, como debe ser.
“No sé hacia dónde ver, hacia dónde voltear…”, me dijo desesperada. “Ya no tengo edad para ser combativa, como antes. Además todo esto me provoca náusea…” Hablaba con dificultad, con desesperación; me dediqué a escucharla mirando con el oído mi propio retrato en sus palabras.
“Tienes el remedio a tu alcance”, quise consolarla. “No sé cuál puede ser…”: aquello fue dicho casi susurrando. “Pues no tienes más que mirar hacia el arte, querida. Aunque parezca una cursilería, entre otras virtudes y funciones, muchas veces el arte puede ser terapéutico”. “Sí, es cierto, lo sé… Y no es ninguna cursilería.”
A partir de ese momento hablamos de música, de poesía, de novelistas, de cine, de teatro. Rio varias veces cuando recordamos algunas escenas de Moliére y de Georges Méliés. Se animó rememorando versos de Sor Juana y de Blanca Varela. Me contó la emoción que le había causado el ver y escuchar en YouTube la interpretación que de “Dido y Eneas”, de Henry Purcell, hace una orquesta italiana contemporánea. Juntos recorrimos pasajes de “Madame Bovary” y “Por el Camino de Swann”.
2. En torno del orate giran proyectos, libros, pendientes, planes. Algo se cumple, lo demás sigue postergándose. ¿Qué de lo cumplido es importante? ¿Cuánto de lo pospuesto es inminente? El vértigo cede el paso a la abulia y ésta a la melancolía, bestia que suavemente amarra pies y manos. Esa fiera hipnótica.
Desde la almohada miras con sueño su silueta, sus ojos grises. El dedo índice sobre unos labios de humo. Ves cómo hace rodar de soslayo sus ojillos felinos por tu rostro. “No pasa nada, todo pasa”. ¿Ha dicho eso en voz alta o tú lo has pensado? Pero ¿qué significan esas frases? Como en un sopor inducido por el opio, te abandonas a la indiferencia. “¿Qué más da?”. ¿Quién ha dicho eso?
3. Por culpa de la literatura española contemporánea, las corrientes de la crítica literaria y de la cultura que se han sucedido desde el Formalismo Ruso hasta nuestros días, pasando por el Estructuralismo y demás corrientes, escuelas y ciencias; y a causa de otros compromisos de carácter laboral o “académico”, apenas he podido acudir a las actividades culturales que se llevan a cabo en la ciudad.
Pude echar un vistazo rápido a la exposición de Irene Aguirre Arista -“Siluetas”-, que fue montada en el Museo Rubén Herrera hace pocas semanas. Pero hubiera faltado al más mínimo sentido ético si me hubiese puesto a redactar algunas notas sobre esta obra cuando sólo le dediqué unos 40 minutos de observación.
No escribí una palabra sobre las últimas exposiciones que se han hecho en el Centro Cultural Vito Alessio Robles, donde siempre hay algo interesante qué ver y escuchar. Estoy en deuda, por ejemplo, con la actual muestra que se exhibe en sus salas, la de Elena Huerta, artista coahuilense digna de nuestra admiración y de nuestra puntual atención.
Imprescindible visitar la exposición colectiva “Gratia”, inaugurada hace dos semanas en el Centro Cultural Teatro García Carrillo y en la que participan casi 50 artistas saltillenses o afincados en esta ciudad. La organizadora de esta muestra es la pintora Magda Dávila, creativa e incansable Coordinadora de Artes Visuales del IMCS.
Hay tal actividad artística en Saltillo que no envidio a los periodistas culturales de ningún medio. Ellos sí que deben correr de un lado a otro, tomar notas, hacer entrevistas, redactar y entregar un texto a la Redacción sin ninguna demora. Y encima, tienen que informarse, cultivarse, leer y mantenerse actualizados en las distintas manifestaciones del arte y la cultura. Mi admiración y mi respeto para ell@s y para tod@s l@s buen@s periodistas.
4. Ayer me encontré sorpresivamente con un libro del autor florentino Roberto Calasso (1941-) sobre el pintor rococó italiano Giambattista Tiepolo (1696-1770) que había entrevisto en alguna Feria pero que no había podido adquirir por razones obvias. Esta vez lo vi en el estante de la Biblioteca Central de la Universidad con una codicia que me asustó: “El rosa de Tiepolo”. En el acto lo pedí en préstamo y hasta lo poco que llevo leído me mantiene en el asombro.
No he hecho caso de los elogios mercadotécnicos de la cuarta de forros ni de la solapa. Conozco un poco la obra de Calasso, así que no requiero de recomendaciones. Y por fortuna, la suerte –o lo que así llamamos- me deparó desde la infancia la contemplación de obras fotografiadas de Tiepolo; e “in situ”, mucho después y con grandes esfuerzos.
¿Quién que no ame la poesía de la representación plástica puede resistirse a las primeras líneas de este libro, que encierran una certeza tan discutida aunque tan clara?:
“Con Tiepolo sucedió lo mismo que con determinados objetos arcaicos, imponentes y misteriosos, como los bronces Shang: aquello que no se conseguía descifrar era considerado “decorativo”; aquello que estaba demasiado cargado de significado se entendía como “ornamental”… “Tiepolo: el último soplo de felicidad en Europa…”. (Anagrama. 2009, España).