María Teresa León Goyri nacida 1903 en Logroño, era hija de un coronel del ejército y de Oliva Goyri, quien a su vez era sobrina de María Goyri, esposa de Ramón Menéndez Pidal.

La vida de esta escritora, poeta, da la pauta para esta siguiente entrega que destaca la existencia de mujeres comprometidas con su tiempo y su país.

Su tía María, una de las primeras mujeres españolas que obtuvo el grado de doctorado en Filosofía y Letras, fue pieza clave en sus años de infancia. María Teresa habitó un ambiente en el que la cultura formaba parte de la vida familiar y tuvo ella misma la oportunidad de educarse en instituciones privadas. Sin embargo, su carácter y lecturas fueron determinantes para que esa misma sociedad intentara hacerla a un lado. Al cumplir los 14 años fue expulsada del colegio religioso en que estudiaba, en virtud de emprender “lecturas poco edificantes” y de desear continuar sus estudios de bachillerato.

A partir de entonces demostraría firmeza de carácter y decisiones. Toma una de las primeras de gran importancia para su vida personal cuando a los 17 años contrae matrimonio con Gonzalo de Sebastián Alfaro, con quien tiene dos hijos. A la par de ellos publica artículos y escribe sus primeras obras, Cuentos para soñar y La bella del mal amor.

Cuando en 1929 conoce a Rafael Alberti, decide divorciarse y casarse con el poeta. Juntos emprenden una vida en la que el estudio del movimiento cultural europeo, la producción artística y la guerra compondrán los hilos de su existencia.

Viajan juntos por países como Alemania, la Unión Soviética, Dinamarca y Noruega, de cuyas experiencias darán tema para artículos publicados en El Heraldo de Madrid. Corría entonces el año de 1933 y junto a Rafael Alberti fundará la revista Octubre. Forman parte de una intensa actividad cultural y asisten el año entrante, en 1934, al Primer Congreso de Escritores Soviéticos. Al compromiso literario se suma el político.

Cuando estalla la Guerra Civil española María Teresa es nombrada secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas. Ya como actriz, directora o autora misma, se destaca en importantes actividades teatrales para la España Republicana.

Vive con intensidad una época, como protagonista de primera línea, la Guerra Civil: su producción literaria, su participación en las actividades organizadas por la emblemática Generación del 27, a la que pertenecía igualmente Rafael Alberti. Participó de manera entusiasta y decidida en la creación de un organismo que tuviera bajo su responsabilidad la protección de las obras de arte en resguardo de las instituciones culturales que los partidos y organizaciones de izquierdas incautaban.

De esa experiencia, María Teresa, en su libro Memoria de la melancolía, relata: “Jamás soñé entrar en el Museo del Prado bajando una escalerilla insospechada y mucho menos llevando un documento oficial autorizándome para empresa tan grande: Trasladar a Valencia los cuadros del Museo del Prado”. Rafael Alberti bajó con ella al sotanillo, donde estaban depositados los cuadros, y su expresión era tan seria, que María Teresa creía adivinar lo que pensaba: “¿Cómo vamos a cumplir lo que nos ordenaron?”.

María Teresa describe la parte superior del Museo como en pie de guerra. “Las ventanas habían sido protegidas por maderas y sacos terreros, la larga sala central era como una calle después de una batalla, la huella de los cuadros manchaba de recuerdos melancólicos las paredes desnudas”.

El tesoro nacional de España comenzaba su éxodo. María Teresa había tenido en ello una participación de primera importancia. Sonaba el teléfono a cada alto en el camino. Experimentaban, cuenta la misma María Teresa, la noche más larga de su vida.

Hasta aquí unas palabras sobre la valiente María Teresa León. Recordarla y poner este recuerdo en letras de molde, nos coloca de frente con un perfil de valentía y decisión. Más de su obra y de su legado, en nuestra siguiente entrega.