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‘Manolargas’ alertan a libreros
La seguridad en la décimo novena edición de la Feria del Libro ha resultado ineficiente: la mañana del martes, le robaron su teléfono a uno de los expositores y aunque el resto de las editoriales se han mostrado satisfechas con el evento, todos han tenido que asumir el rol de vigilantes para proteger sus productos.
Un par de minutos de distracción de un encargado para atender a unos compradores de libros, bastaron para que su teléfono, que tenía conectado para cargar la batería, desapareciera.
“No lo he comentado con los organizadores, porque ya nada se puede hacer, no me van a regresar ni mi teléfono ni el dinero que costó”, comentó frustrado el expositor que prefirió no dar su nombre ni involucrar a la importante editorial para la que trabaja.
Los compañeros del afectado se declararon molestos y expresaron su inconformidad respecto a las medidas de seguridad establecidas por la FILA.
“Debería haber personal que nos ayude a vigilar, porque no podemos mantenernos al tanto de cuidar las cosas y de atender a las personas que vienen a buscar libros; vienen muchos grupos escolares a la feria, pero los maestros sólo los traen y después los dejan solos, ellos muchas veces se vuelan cosas y es muy difícil vigilarlo todo”, expresó molesto.
Además de este caso, otros sellos editoriales también se quejaron de la situación; “es muy difícil detectarlo porque tenemos una pila de libros y darse cuenta cuando se llevan uno pues es muy difícil”; comentaron los encargados, “eso es algo que siempre nos sucede en todas las ferias, son cosas que no podremos evitar”.
Cada uno de los stands ha tomado medidas personas para proteger su material, algunos colocando vigilantes sobre una silla para que desde un nivel más alto puedan monitorear lo que sucede entre los pasillos de sus libros, “ésta no es sólo una medida de vigilancia, sino que al estar a otro nivel es más fácil para el lector que busca un título en especial que ubique a alguien que pueda ayudarle, es responsabilidad de cada uno tomar medidas para atender a los públicos y cuidar su material”.
Los expositores estiman que las pérdidas por los libros robados durante la FILA se aproximan al 5 por ciento de las ganancias, aunque aseguran que en otras Ferias como la de Monterrey o el Zócalo de la Ciudad de México las pérdidas son aún mayores.
De acuerdo con la información proporcionada por los organizadores de la Feria del Libro en Arteaga, solo el 5 por ciento de los asistentes, aproximadamente, compran libros.