‘Mamá: ¡te necesito!’

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‘Mamá: ¡te necesito!’

¿Cuál es la regla básica de vialidad cuando el semáforo cambia a luz amarilla? ¿Deberemos frenar o acelerar? La respuesta para un adulto es sencilla: frenar. Pero, ¿para un adolescente? Probablemente aceleraría. ¿Por qué? El cerebro de los adolescentes ama los riesgos más que en cualquier otra edad. El motivo es su inmadurez cerebral: no muestran conexión entre su lóbulo frontal (encargado de tomar buenas decisiones) y el impulso de sentir placer por el peligro. Sin embargo, los estudios nos demuestran que cuando un adulto está presente o cerca del adolescente tiende a tomar menos riesgos y sus cerebros muestran menor necesidad de satisfacer el deseo de experimentar un riesgo. Cuando está acompañado de sus amigos o compañeros, se incrementa la probabilidad de tomar más malas decisiones que cuando está solo. Hay mayor posibilidad que pueda tener un accidente automovilístico cuando va con amigos que cuando conduce solo y mucho menos cuando un adulto lo acompaña. A esto se le llama “andamiaje social” porque la presencia de un adulto le ayuda a regular sus impulsos y conductas bajo patrones de madurez y responsabilidad.

En un estudio reciente publicado por Developmental Science, “Mother still knows best: Maternal Influence Uniquely Modulates Adolescent Reward Sensitivity During Risk Taking” (“Las mamás Todavía Saben Más: Influencia Maternal Modula el Sistema de Recompensa Durante Situaciones de Riesgo”), afirma que los adolescentes son muy sensibles y vulnerables en tomar riesgos bajo la influencia social, especialmente de los amigos. Sin embargo, la presencia de la madre ayuda a su hijo a tomar las mejores decisiones en situaciones de peligro. El estudio utilizó mapeos cerebrales y resonancia magnética, detectando las áreas relacionadas al impulso y estimuladas por la recompensa (dopamina) y encontrando que en la presencia de mamá hay menor actividad y, por consecuencia, menores riesgos. Aún más, la mamá tiene una mejor influencia en buenas decisiones que la compañía de un adulto no familiar. Esta investigación puntualizó que un cerebro inmaduro, especialmente en el lóbulo frontal, predisponía a tomar decisiones partiendo de sus deseos o impulsos y no de la racionalidad. El sentir placer por la recompensa tiene mayor influencia en las decisiones del adolescente que sus posibles consecuencias. La mayoría de los adolescentes racionalmente son conscientes de los efectos de sus actos, pero para ellos es más atractivo y poderoso vivir el placer físico. 

La información es concluyente: la presencia y supervisión de mamá ayuda a los adolescentes a ser más precavidos ante situaciones riesgosas. Jamás dejemos de decirles antes de salir a la calle: “hijito, te pido que tengas cuidad”, “me mandas un mensaje para decirme que llegaste”, “te recuerdo que no tomes, porque vas a manejar”. Y ellos te reclamarán: “ya lo sé. No me lo digas. Me lo has repetido mil veces”. Y ustedes le responderán: “hijito, esta será la mil y una vez, y las veces que sean necesarias”. Nunca los dejemos solos, esta etapa es en la que más nos necesitan. 

@JesusAmayaGuerr 
jesus.amaya@udem.edu