Mal de la negligencia

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Mal de la negligencia

El año pasado, Dolores Barrientos de ONU Medio Ambiente señalaba que la confianza se debe fortalecer entre sociedad y Gobiernos para enfrentar asuntos de carácter común, como la mala calidad del aire en el Área Metropolitana de Monterrey.

Específicamente se refirió a que es indispensable la confianza entre el sector privado y el público para establecer un ejercicio de gobernanza con bases firmes.

Es imposible que en cualquier metrópoli de mundo los asuntos del aire que están vinculados a los asuntos de la salud pública y a la productividad laboral se arreglen solos, por inercia.

Se requiere entender las dimensiones del problema a partir de un inventario serio para tener claras las fuentes de emisiones, es decir, qué actores sociales, actores políticos y entes económicos son los responsables y en qué medida de la contaminación atmosférica.

¿Los ciudadanos tenemos que poner algo de nuestra parte hasta que padezcamos una enfermedad respiratoria o hasta que veamos a alguien cercano muerto por estar expuesto a una contaminación atmosférica severa?

Es un hecho que en esta temporada invernal hay muchos virus en el aire que respiramos, y que una simple congestión respiratoria o una amigdalitis puede migrar a una neumonía.

Los médicos generales reciben cada vez mayor cantidad de pacientes con problemas respiratorios y de piel. Los neumólogos desde hace tres años tienen más pacientes que no habían sufrido padecimientos respiratorios previamente.

Pero cuántas de las personas enfermas de sus vías respiratorias tienen acceso a un servicio médico público o a pagar un servicio médico privado. Los más pobres son los más afectados. Aquellos que requiere salir a la calle para tomar transportes colectivos e ir a sus trabajos son los que reciben el mayor golpe a su salud, como si fuera un impuesto regresivo.

Andrés Meza, notable periodista, nos compartió que no hay que dejar pasar la enfermedad de la influenza. Él la adquirió y estuvo al borde de la muerte hace un año. Los casos de influenza se han multiplicado. Conozco personas que han perecido por esta enfermedad.

Las personas del promedio no conocen los gases componentes de la atmósfera contaminada, tampoco saben quién debe parar las refinerías o algunas plantas de empresas privadas que emiten de noche gases contaminantes a la atmósfera; pero sí saben que se están enfermando ellos y sus familias.

¿A quién creerle si fueron más o menos de 80 días limpios los que se tuvieron hasta el mes de octubre del pasado año en el Área Metropolitana de Monterrey? 

¿Tendrán que ponerse las barbas a remojar las ciudades de Saltillo y Torreón en relación a los asuntos de contaminación atmosférica que se sufren en Monterrey?

Eglantina Canales, que inicia una nueva gestión al frente de los temas medioambientales en Coahuila, ha sabido hacer bien su trabajo, tuvo la experiencia de emerger del sector privado como profesional del ramo.

Seguramente la buena gobernanza que se ha percibido de los industriales coahuilenses con sus autoridades permitirá que detengan una debacle medioambiental en materia atmosférica, pero qué ocurrirá en Nuevo León, en donde no se han puesto de acuerdo el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo mientras que la sociedad civil observa. El aire contaminado puede ocasionar la muerte como un mal que propicia la negligencia de todos.