Lujo o necesidad
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Lujo o necesidad
En muchos países y en especial en los que no pertenecen al selecto grupo del primer mundo, aún existe una gran mayoría que piensa que hablar de educación financiera no es necesario para la vida cotidiana, que es un tema aburrido y por demás difícil de entender o que sólo está dirigido a personas que estudiaron carreras universitarias referentes a ella, pero esto es un triste error con el que la mayoría de la gente de diversas clases sociales vive actualmente, incluyendo la mexicana.
Al inaugurar en días pasados la Octava Semana Nacional de Educación Financiera en la capital de nuestro país, organizada por la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, lanza una frase contundente para la reflexión de este tema: "Incrementar la educación financiera de las familias mexicanas es una forma de contribuir a la inclusión social".
Además yo agregaría que el Gobierno debe dar una inclusión financiera de alta calidad a más ciudadanos y equilibrar la relación, por ejemplo, entre la banca y el usuario, que es la relación financiera más común en este país.
La educación financiera debe ser incluyente y llegar a toda la población, no importando la esfera social en la que se desarrolle. Desgraciadamente en México el ciudadano promedio tiene una formación financiera basada en experiencias personales empíricas, considerando normal el vivir al día, sumido en deudas y llegando al final de la quincena como coloquialmente se dice: “bien raspado”. Incluso, por inverosímil que parezca, a la gente en este país le falta aún perder el miedo a entrar a una institución financiera.
Percibo que en el pasado se consumía para sobrevivir y luego para vivir; ahora consumimos para sobresalir, nos llenamos de cosas para mostrarle al mundo lo que somos, deseosos por la presunción. A pesar de que se tienen muchas herramientas financieras seguimos sin utilizarlas, no queremos sentirnos limitados por nada y nos falta la administración mental de nuestro gasto. Hemos caído en el error de crear un nivel de vida artificial a través de endeudarnos más allá de nuestra capacidad de pago para disfrutar de lujos que en realidad no podemos pagar y terminamos afectando nuestro patrimonio.
La educación financiera busca otorgar a las personas conocimientos y habilidades necesarias para que en el día a día puedan hacer elecciones razonables sobre el uso adecuado de los recursos, productos y servicios financieros.
Hoy día tenemos más de 9,000 productos financieros que existen a disposición de los usuarios y son poco conocidos. Además, trasmitir la educación financiera requiere de esfuerzos conjuntos y compromisos entre sociedad, gobierno, instituciones financieras y educativas. Reitero que la educación financiera debe estar en la agenda educativa del Gobierno Federal.
Entender y aplicar este tema en la vida cotidiana de las personas les va a permitir aprender también a elaborar presupuestos familiares, iniciar planes de ahorro, administrar sus deudas, incrementar su patrimonio y en su momento a tomar decisiones básicas de inversión sin olvidar el no menos importante tema de la jubilación, todo ello traerá seguridad y evitará caer en altos riesgos con el agravante de perder su patrimonio, sobre-endeudarse o firmar riesgos innecesarios al momento de contratar servicios financieros.
Afirmo que la educación financiera dejo de ser un lujo para convertirse en una necesidad; es un tema vital para las personas, pues estoy convencido de que las decisiones financieras que se tomen ahora tendrán impacto en el futuro y en la prosperidad con la que pueda vivir cada individuo en sociedad. A mayor educación mayor libertad financiera.