Los traspiés de Vargas Llosa
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Los traspiés de Vargas Llosa
El domingo pasado apareció aquí mismo un artículo de Mario Vargas Llosa en el que defendió las posiciones de María Elvira Roca en el que ésta aclara que la leyenda negra que se fabricó contra España no fue más que un cúmulo de envidias, de lucha de los enemigos del imperio precisamente porque era el más grande del mundo, y etcétera. De manera que nos enteramos, por el novelista peruano (ahora español), que se ha creado una historia sin fundamentos acerca de las maldades de la era colonial contra los indios de América. El intento es bueno pero el argumento es malo. Sabemos que los países opositores a España crearon esa leyenda basados, inicialmente, en los escritos y polémicas de fray Bartolomé de las Casas. Esto en el siglo 16. Y es verdad. Pero es un fragmento de la verdad, no de toda.
Presenté mi libro “Los bárbaros, el rey, la iglesia. Los nómadas del noreste novohispano frente al Estado español”, mismo que Vargas Llosa podría colocar dentro de la estrategia de la denigración contra la que nombrábamos antiguamente “Madre Patria”. Es evidente que en mi libro quedan muy mal parados los españoles y no sólo censurables sino genocidas, esclavistas, corruptos, despiadados… La cuestión es que ese libro se construyó en varios años y exhibe manuscritos y otros documentos emanados de la burocracia española. Consulté 26 archivos regionales, otros nacionales, varios internacionales y leí mucho. El resultado es, claramente, un juicio a España por su actuación en la que maltrató a todos los que pudo, robó, violó sus propias leyes.
El libro de la señora Roca está hecho, precisamente, de lo que Vargas Llosa critica: de una ideología y de un patriotismo que impide saber lo que sucedió. El mío retoma las múltiples condenas de españoles de la época (creo que esa es su fuerza) contra españoles de su época. Dejo de lado a fray Bartolomé porque considero que tiene algo de panfletario, pero pongo frente a Vargas Llosa al dominico Francisco de Vitoria (creador del derecho internacional) a fray Luis de León y a varios obispos “españoles” que administraron diócesis mexicanas (también peruanas) y condenaron no sólo desde la moral sino también desde hechos concretos a su patria. Es más, tengo copias de seis cartas de reinas españolas (algunas eran portuguesas, otra francesa… pero casadas con reyes de España) que condenan con una fuerza simbólica clara el maltrato de “sus amados súbditos, los indios chichimecos”. En una carta al gobernador de Nuevo León, la reina lo amenaza con degradarlo si no pone término al maltrato de los naturales. El obispo de Guadalajara sencillamente excomulgó de la Iglesia católica a otro gobernador nuevoleonés.
Considero que la “Leyenda Negra” antiespañola puede haber generado algunas opiniones injustas, pero la “leyenda blanca” que nos quieren imponer es todavía más injusta. Justo es lo que empareja, lo que da a cada quién lo que le corresponde. Algunos españoles han sido justos respecto al pasado, a su pasado. En Puerto Real, España, la comuna decidió erigir un Monumento al Perdón y lo encargaron al artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín: sentían que debían pedir perdón por el maltrato a los indios de América llevado a cabo por España. Esto parece más “justo” que cerrar los ojos.
Mencioné a fray Luis de León, siglo 16, una de las glorias de la lengua española, que se atrevió a escribir un panegírico (en latín) en el que preguntaba si los cristianos tenían el derecho a imponer su religión a los indígenas americanos.
No debo hacer propaganda de mi libro, no faltará quien lo ataque, es parte de la academia. Si tiene dudas léalo para que se entere de que no escribí una nueva leyenda negra, sino que busqué incansablemente datos antes de opinar. Y lo que encontré es que los españoles de aquel tiempo condenaban a los españoles de aquel tiempo (perdone la redundancia).
Hace dos años se publicó un libro de Juan José Rodríguez (Monclova) sobre los jesuitas de Sinaloa en las misiones de los siglos 16 a 18, en el que no salen bien parados. La fortaleza de esa investigación está, también, en que las críticas a los jesuitas y las pruebas de sus extravíos fueron hechas por… otros jesuitas.