Los trapos sucios del nuevo aliado del Presidente

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Los trapos sucios del nuevo aliado del Presidente

Dos cosas ha sabido hacer muy bien el Partido Verde Ecologista de México: acomodarse con el ganador de la elección presidencial y enriquecerse gracias a eso.

El Verde fue foxista, luego peñista y ahora obradorista. Voy más allá: le entregó el partido a Vicente Fox, luego se lo entregó a Peña Nieto y ahora se lo ha entregado a López Obrador. A cambio, sólo pide dinero e impunidad para cobrarlo. 

Muchas de las figuras de este desprestigiado partido han entrado al juego, pero seguramente hay alguno que ya “cantó”, alguno que ya se acercó a las autoridades federales para contar algún capítulo de una historia que gusta mucho en Palacio Nacional: la corrupción del pasado. 

Llegó hasta manos federales una declaración detallada de cómo, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la cúpula del Partido Verde manejaba entre 5 y 7 mil millones de pesos anualmente, y cómo algunas de sus figuras más relevantes –Jorge Emilio González Martínez “El Niño Verde”, Jesús Sesma, Arturo Escobar– transferían estos recursos a los estados a cambio de recibir como comisión el 70 por ciento del monto transferido. Leyó usted bien: el 70 por ciento. 

¿Cómo habría funcionado eso? Se acercaban a algún gobernador amigo y le planteaban: te podemos mandar 500 millones de pesos en transferencias del presupuesto público; de esos 500, tú nos regresas 350 millones en efectivo o en depósitos a empresas fantasma, pero te quedas con 150 millones que puedes usar para lo que quieras porque te los vamos a mandar “no etiquetados”. Los pactos se daban lo mismo en oficinas públicas que en oficinas alternas y restaurantes de lujo. Los esquemas salpicaron a gobiernos de Sinaloa, Michoacán, el Estado de México, la Ciudad de México, entre otros. En algunos casos, el servicio incluía “lavado”, echando mano de factureros y negocios falsos, para facilitar al mandatario el uso libre del dinero público. 

Este asombroso esquema 70-30, patrocinado por el Gobierno federal y cristalizado por su aliado el Partido Verde, habría prevalecido varios años. El dinero no necesariamente terminaba íntegramente en los bolsillos personales de figuras del partido y gobernadores, sino que podía usarse también en la operación electoral, el apoyo a las campañas por encima de los topes de gastos que establece la ley, sobornos, etcétera. 

Me relatan que la persona que “cantó” dio explicaciones detalladas. En el Verde ya lo saben, y hay cruce de señalamientos sobre quién fue el que “cantó”. La pregunta es si prosperará la denuncia considerando que una vez más, este sexenio ha quedado exhibida la sagacidad política del Partido Verde: ahora son de los que gritan que es un honor estar con Obrador. 

Carlos Loret de Mola A.

Historias de reportero