Los sucesos de Culiacán

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Los sucesos de Culiacán

ilustración: Esmirna Barrera

Difícil hablar de lo que sucedió en Culiacán; difícil no hablar de ello. Pienso que la dificultad nace de los múltiples vehículos de la comunicación: 1) las palabras (mensajes, discursos, aclaraciones, interpretaciones, discusiones). 2) Las imágenes (lo que pudimos ver en la televisión tanto de manera viva como editada). 3) Los hechos. Son tres universos que nos obligan a considerarlos de manera separada. Cualquiera diría que eso es inseparable. De alguna manera sí, si se considera que todo ha sido recogido en unas horas.

La profusión de declaraciones que se contradicen de parte de no pocos funcionarios es realmente una opción ardua para su estudio. Es normal que en declaraciones no se coincida, teniendo en cuenta que nuestra lengua es tan rica, pero de ahí a las contradicciones hay un abismo. No creo que tengamos todos los elementos para hacer un diagnóstico (todavía), aunque parezca necesario hacer un esfuerzo.

Al declaracionismo gubernamental le sigue muy de cerca el de los comunicadores. Cientos de periodistas ya dieron su versión. De los muchos que leí puedo decir que entregan interpretaciones cercanas al fenómeno, pero con pocos elementos que sean lógicos o provean de fundamentos para conocer lo ocurrido. Pongo un ejemplo: Carmen Aristegui, a quien admiro, tuvo enfrente a un intelectual de alto nivel, Edgardo Buscaglia, a unas horas del hecho de armas. Ella hacía un enorme esfuerzo por conducir a Buscaglia hacia definiciones de condena. Éste la interrumpía continuamente dando elementos de análisis extraídos de sus conocimientos. En un momento dado de la entrevista dijo que el Cártel de Jalisco Nueva Generación era una agrupación pequeñita sin demasiada importancia si se le comparaba al Cártel de Sinaloa, mismo que tiene presencia en 81 países.

Las palabras no surgieron de manera suave sino como cascadas, esto lo digo para todos los sujetos involucrados, tanto periodistas como gobernantes. Es evidente el esfuerzo por dejar sentada una “verdad” en vez de buscar descubrirla. Puede uno localizar “discursos” en el sentido de explicaciones totalizadoras acerca de un evento como el que tuvimos. Y aclaro que por discurso entiendo no la profusión de palabras sino los sentidos generales de las posiciones políticas o intelectuales. De acuerdo a Michel Foucault, un discurso es el sentido de todos los sentidos y puede darse en política, religión, cultura, sexualidad…

El remate vino de “los Chapitos” que declararon que pedían disculpas por los hechos, que agradecían al Ejército que no hubiera abusado y ofrecían a los ciudadanos perjudicados una indemnización. ¡Increíble! Esto sí es para Kafka.

Por su lado las imágenes, que no fueron demasiadas, aunque sí repetidas hasta el cansancio, nos dejaron ver algo que muestra por sí mismo una radiografía de lo que es nuestra patria. Las pocas y deficientes imágenes provocan una enorme tristeza. Tres elementos: los buenos, los malos, los ciudadanos. Nada (todavía) que opinar sobre esto. Quizás aparezcan luego videos tomados de un lado u otro que enseñen un mundo que no logramos observar en la televisión.

El tercer elemento es: los hechos. Un hecho, tal como lo consideramos los historiadores, no es lo ocurrido (un temblor, un aguacero, una epidemia) sino lo que de ahí brota. Ejemplo: un levantamiento yaqui en 1740. Hubo una inundación que acabó con las cosechas (el hecho), viene la hambruna, los graneros de los padres jesuitas tienen grano, pero se niegan a entregarlo. Miles de yaquis destruyen las ocho misiones: las lluvias acaecidas en Chihuahua propician un hecho histórico.

¿Qué significa realmente la toma de Culiacán por el Cártel de Sinaloa? No creo que alguien pueda saberlo en profundidad. En vez de opiniones, condenas o congratulaciones es preciso ahora buscar datos. Por lo pronto es importante unir elementos sueltos. Las lluvias de 1740 no fueron culpa de nadie, sin embargo, provocaron algo que es un parteaguas en la historia yaqui, en la de la Compañía de Jesús, en la de España…

Leí a no pocos columnistas y escuché a otros. Debo seguir haciéndolo para comprender algo que por ahora me supera. Pero quise dejar mi propio granito de arena.