Los rostros del agua

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Los rostros del agua

Apenas el viernes pasado asistí en Saltillo a la Cátedra “Gustavo Aguirre Benavides” que desde hace siete años representa la plataforma en la que la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) Delegación Sureste y el Gobierno del Estado de Coahuila hacen esfuerzos conjuntos para dialogar sobre los temas medioambientales.

En el presídium de la inauguración del ciclo de conferencias “Visiones y perspectivas del agua” de la edición 2018 de la cátedra, estaban el empresario Everardo Padilla Flores, la biólogay secretaria de Medio Ambiente, Eglantina Canales Gutiérrez, y el rector de la UAdeC. Por cierto, un hombre muy claro en sus exposiciones es el ingeniero Jesús Salvador Hernández Vélez, quien compartió que es ejidatario de su municipio nativo Viesca y habló de anécdotas sobre don Gustavo Aguirre Benavides.

Quiero subrayar que la fórmula de conjugar a políticos, académicos y empresarios en una plataforma para compartir conocimientos debería ser replicada en otros estados de la República, tal vez teniendo como eje toral a la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, que fue donde surgió la idea original de crear esta cátedra ambiental.

La Canacintra tiene delegaciones en cerca de 80 ciudades mexicanas que por supuesto están ubicadas en territorios en los que existen universidades. Punto y aparte es la mención sobre doña Eglantina, que ha tenido la responsabilidad de llevar la coordinación de esta cátedra que ya es un orgullo para Coahuila.

Uno de los personajes que estuvo presente es mi amigo Eduardo Garza Martínez, coordinador de Vinculación de la UAdC y que participó en un foro sobre derechos humanos el viernes de la semana pasada en Torreón en un panel que moderé.

Torreón es una ciudad que es parte de la Comarca Lagunera y apenas en el 2007 celebró su primer centenario, quizá por la falta de planeación urbana cuando llueve se inunda, lo que afecta a su población, especialmente a la más desposeída.

Parece ser que los últimos gobiernos no han hecho un esfuerzo suficiente para solucionar esta problemática que se vive cada vez que hay lluvias incesantes.

Supe lo que es sufrir los avatares de no poder llegar a los lugares previstos para reuniones en un lugar que es una playa natural de inundación, por lo que debería tener drenaje, pero esto resulta muy costoso, en una primera estimación, tanto como mil 500 millones de pesos.

No pude regresarme a Monterrey ese viernes y fue hasta el sábado casi a mediodía que pude salir de la Ciudad Heroica de Torreón.

Me hice algunas preguntas. ¿Por qué no existe el hábito de almacenar el agua de lluvia en un lugar en el que casi todos los días hay insolación?

¿Por qué las principales arterias de esta ciudad generan un caos descomunal para los conductores de vehículos cada vez que arrecian las lluvias?

¿Cuál es la política de movilidad urbana en Torreón? ¿Existen planes de contingencia para los casos en que la ciudad se colapse por una inundación? (por lo menos una guía o manual de las calles y avenidas que no deben tomarse cuando hay precipitaciones pluviales magnas).

¿Acaso el Gobierno local no se puede organizar del brazo de la ciudadanía para no sufrir del rostro terrible del agua cuando inunda las calles de su ciudad?