Los ríos errantes de Miguel Tapia

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Los ríos errantes de Miguel Tapia

Foto: Especial

Por: Élmer Mendoza

Es la historia de un nini, que descubre lo que realmente es y toma conciencia del rol que le toca jugar en una ciudad, una época, un grupo de amigos, otro de enemigos y un amor imposible. 

Miguel Tapia prueba a escribir una historia íntima en primera persona y lo consigue con acierto. El Tona nos cuenta sus despreocupaciones más notables sin develar qué lo mueve a vivir de esa manera, salvo pasarla bien con sus amigos bebiendo cerveza, trabajando muy de vez en cuando, fingiendo que busca empleo, entrenando para correr una carrera de fondo, dejándose querer por algunas chicas, atestiguando el declive de la relación entre sus padres, escuchando a Django Reinhardt y viendo correr el río desde el patio trasero de su casa.

Uno se va de su tierra porque no se aguanta a sí mismo”.
Miguel Tapia

Pero conoce a Tania, una hermosa chica, de cuerpo de infarto, adicta a la mariguana, de la que se enamora suave pero profundamente.

Tapia utiliza con soltura el lenguaje, ese monstruo indomable y tan poderoso en el universo del recuerdo, y no teme darle un lugar preponderante y al final lo convierte en un matiz afortunado de Los ríos errantes, un aspecto estético que le da justa pertenencia a una región y a uno de sus pilares culturales: la forma callejera de nombrar al mundo.


Los ríos errantes
Miguel Tapia
Ediciones Era
México, 2017