No sé si usted, pero yo sigo creyendo en los Santos Reyes Magos y tengo casi 42 años, casi.

Creo, y mire que muchas de mis peticiones hechas a ellos con fe verdadera se me han vuelto bendiciones.

Recuerdo que desde plebe dejaba religiosamente, la noche antes del Día de Reyes, mi zapatito en la ventana y a la mañana siguiente no faltaba la moneda o la golosina con que hasta ahora sé, pero no con decepción, dejaba alguna de mis hermanas mayores.  

Pero yo seguí y sigo creyendo en los Reyes Magos.

Y siempre que llega el momento de partir la rosca en la casa o en el trabajo, ruego a Dios sacarme el monito, el muñequito, el niño, como usted quiera llamarle.

Algo que muchos, la mayoría de la gente que conozco, rehúye, por aquello de la tamalada del Día 2 de la Candelaria.

Yo no, me gusta que me salga el monito.

Decía el padre Lázaro Hernández, expárroco del templo del Sagrado Corazón, la iglesia de mi barrio, que eso de que le salga a uno el niño de la rosca son bendiciones para todo el año.

Y yo lo creo ciegamente, sé de lo que hablo.

No es cuestión de superstición o de magia.

La mayor parte del año me va bien, y a usted también, no se queje, no hay mayor milagro que el de la vida, pero siento que cuando me sale el muñequito de la rosca, me va mejor.

No es simple sugestión, se lo aseguro.

Y creo que si se trata de asirse de algo para recuperar la esperanza, qué mejor que agarrarse de las cosas de Dios.
Piense lo que quiera.

Y yo les quiero pedir a los Reyes que este nuevo año sea igualmente de intenso para mí que 2016, en que me solacé contando historias increíbles y maravillosas para el Semanario, en que me sentí más vivo que nunca, en que me hice de más amigos en muchos lugares bonitos de Coahuila.

Ese es mi deseo y tengo la certeza de que los Reyes me lo habrán de cumplir.

Basta pedirlo con harta enjundia.

Ruego entonces que me salga el niño de la rosca, aunque me hagan mofa, aunque me asusten con el petate del muerto y la tamalada de la Candelaria.

Feliz Día de Reyes!!!