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Los ‘priennial’ que luchan para reivindicar al partido más viejo de México
Un meme circula por las redes sociales en México titulado Priista Starter Pack (paquete de iniciación del priista). Lo conforma un collage de fotografías: un chaleco acolchado, una guayabera, una corbata —todo color rojo— , unos pantalones caquis y una suburban blanca. Es una imagen de la que Hiram Hernández busca escapar a toda costa. “Sí hay jóvenes que se comportan así y por eso existe el estereotipo”, admite el militante priista de 23 años. “La política no se trata de una vestimenta. Lo único rojo que traigo es mi reloj”, dice sonriendo el joven, delgado, con lentes de armazón grueso, jeans y camisa morada a cuadros.
Desde 2014, Hernández lidera la rama más joven del PRI, Chaviza Revolucionaria, con 16.500 integrantes entre 15 y 21 años. El próximo 1 de julio unos 14 millones de jóvenes como ellos votarán por primera vez al presidente de México. Hernández y otros afiliados de su rango de edad suman el 30% del total de simpatizantes del partido. Tienen el reto de convencer a los miembros de su generación de que el PRI es la mejor opción. De ellos, en parte, depende la permanencia en el poder de un gobierno que registra los niveles de aprobación más bajos de la historia. “Ingresé con la firme convicción de que mi generación tiene que arreglar los problemas que hay en el PRI y en México”, comenta.
En octubre de 2016, Rodrigo Escalante, afiliado del PRI de 34 años, publicó un texto en su cuenta de Facebook sobre las dificultades de considerarse joven y priista. “Me harté de ser estigmatizado, formar parte de lo que tanto criticamos, ser visto como uno más del montón, no lo somos”, cuenta vía telefónica. Acompañó la publicación con la imagen de un hombre joven, rubio, con camisa azul cielo y lentes de pasta sentado en una escalera con la leyenda: “No seguimos intereses, nos mueven las causas. Somos priennials. Llegamos ¿Están listos?”.
La publicación, que Escalante buscaba compartir solo en su círculo de redes sociales, se filtró a los foros públicos y pocas horas después, el término priennial se hizo trending topic nacional en Twitter. La mayoría de las reacciones eran burlas e insultos que consideraban al término un oxímoron: un millennial que milita en el partido más viejo de México. Pronto surgieron los memes y las caricaturas, que mostraban a un grupo de dinosaurios en miniatura trajeados y portando celulares.
Las publicaciones en Facebook de la Red de Jóvenes por México, la organización de afiliados del PRI menores de 30 años, reciben decenas de insultos y burlas en la sección de comentarios. “Mientras exista el diálogo, existe la democracia. Malo sería que no hubiera diversidad de opiniones”, responde brevemente Pablo Angulo, presidente de la red política juvenil más numerosa de todos los partidos mexicanos. Sheila Flores, líder de la Secretaría de Mujeres Jóvenes Nacional del PRI, asegura que su estrategia para lidiar con los críticos es acercarse a ellos. “Yo les puedo compartir mi propia experiencia dentro del partido y demostrarles que no somos como ellos piensan”, comenta la veracruzana, de 33 años.
Las encuestas preelectorales muestran que atraer el voto joven al PRI será todo un desafío. Solo un 16% de los encuestados con edades entre 18 y 29 años votaría por José Antonio Meade, precandidato único del partido. Andrés Manuel López Obrador, candidato de Morena, duplica ese porcentaje con 32% en el mismo rango de edad, según la última encuesta de Buendía & Laredo para El Universal. En otros reportes, sin embargo, los tres principales candidatos registran porcentajes más cercanos uno del otro, con Meade en tercer lugar.
De bebesaurio a priennial
A raíz de su publicación viral en Facebook, Escalante fue despedido de su trabajo en la administración pública federal. A pesar de su despido de un gobierno priista, su orgullo por el partido se mantiene, al igual que el haber acuñado el término priennial. “Simplemente significa ser un millennial en el PRI y eso es lo que somos. Prefiero que nos llamen así a bebesaurios o ratitas o cualquiera de esas cosas”.
Otra la de las creencias que los líderes más jóvenes en el PRI quieren romper es que la militancia priista solo se hereda de padres a hijos. Hernández asegura que su ingreso al PRI no derivó de la influencia familiar y que ninguno de sus familiares ha ocupado un cargo público, aunque su padre era simpatizante del partido. Su interés por la política, cuenta, comenzó durante la administración panista de Felipe Calderón, cuando vivía en Ciudad Juárez, entonces abatida por la violencia. Hernández tenía 15 años. “Si una ciudad sufrió los estragos de la guerra contra el narco fue Juárez”, comenta.
Con sus amigos de la preparatoria inició una asociación civil, pero poco después concluyó que eso no era suficiente. “No había muchas oportunidades para cambiar de raíz los problemas”, dice. “Para lograrlo el camino natural era la política”. Durante su búsqueda por el mejor partido al cual afiliarse, descartó al PAN automáticamente por su rechazó a la guerra contra el narco de Calderón. También eliminó de la lista al PRD porque él y sus amigos consideraban que era un partido de expriistas “que hacían berrinches”. Morena aún no existía. El PRI fue el ganador por “los hermosos valores y la filosofía mexicana, democrática, de justicia social”, afirma Hernández. “Ciertamente debemos esforzarnos más que esos estatutos se apliquen rigurosamente”.
Aquellos priistas que no los han aplicado del todo son los 11 exgobernadores que se encuentran en procesos judiciales por corrupción. “Es un mensaje muy claro que está dando el partido: quien cometa un delito debe estar tras las rejas”, afirma Angulo, priista de 27 años. “Nosotros como jóvenes estaríamos muy tristes si no hubiera consecuencia de estos casos”, dice sin hacer una sola pausa. Su respuesta va sobre la misma vía que las declaraciones de Peña Nieto cuando se le cuestiona sobre los fraudes desvelados en los gobiernos de su partido.
Los miembros más nuevos del PRI no solo se enfrentan a la indignación por los casos recientes de corrupción en sus filas, también a las manchas históricas del partido, que gobernó bajo un régimen unipartidista durante más de 70 años. Uno de los que ha sido cuestionado por esto es Alfonso Myers, de 32 años. “¿Quién soy yo para decirles que no vivieron el 68 (la matanza de los estudiantes)? ¿Quién soy yo para decirles que las crisis económicas de los ochenta no sucedieron?”, comenta el candidato a doctor en derecho. “Si tuviera que hablarle a esas personas les diría, perdón, lo hicimos mal y ustedes nos mandaron a descansar 12 años. Ahora venimos con otra idea, con otra forma de gobernar. ¿No les gustó? Califíquennos en las elecciones”.
Para Angulo, la evidencia de que el PRI busca reinventarse y corregir sus errores es un reciente cambio en sus reglamentos internos que impone una cuota de edad para sus candidatos en las próximas elecciones de julio: uno de cada tres debe ser menor de 35 años. Ha sido un resultado, dice el campechano, de una “lucha por renovar la clase política en el partido”. La Red de Jóvenes realiza varias giras al año para reclutar miembros y convencer a sus contemporáneos que ellos buscan romper con los estereotipos asociados a su partido. “Buscamos a los jóvenes más capaces, más inteligentes y sobresalientes y los acercamos al PRI”, dice Pablo Angulo.
Otro ejemplo de cambio, en su opinión, es la elección de Meade, exsecretario de Hacienda como precandidato único del partido a presidente, quien no militaba en el PRI. “Encontramos en Meade al hombre más preparado”, dice el líder juvenil. “Ha demostrado un gran poder para conciliar y entiende que México no necesita divisiones”.