Los piratas

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Los piratas

Ilustración: Vanguardia/Esmirna Barrera

No les compartiré hoy información y reflexiones de algún equipo de béisbol o de las personas que se dedican a lo que comúnmente se conoce como “la piratería”.

Hoy que celebraremos la tradicional Nochebuena me referiré a los adolescentes mexicanos que presentan conductas en las que se vanaglorian de alcoholizarse, de drogarse o de llevar relaciones sexuales sin protección. Acusan estas conductas contra sí mismos porque provienen de una historia familiar que no les aportó amor ni valores.

Ya he comentado sobre la importancia de la presencia de un padre en las familias; cuando esta figura está ausente porque la madre ha tenido hijos de distintos progenitores, o por abandono, el desarrollo humano de los niños es incompleto.

Llamémosle a los seres humanos procedentes de este fenómeno social como se quiera: hijos de familias disfuncionales, huérfanos sociales, delincuentes en potencia. La denominación es la de menos. ¿Qué resulta de esta desarticulación? Una patria desecha.

Porque son como desechos los miles de menores de edad que nacieron en el desamor y que han sido acribillados por vendettas por su asociación con la delincuencia. Lo que buscaron algunos de estos jóvenes solamente fue un momento de gloria o por lo menos una forma de ganarse la vida.

Veamos el caso de “El Pirata de Culiacán”, narcoyoutuber que representó muy bien a los adolescentes sin destino que surgen por la ausencia de un proyecto de país para personas como ellos que no han tenido nada, y que entonces no valoran la preciosa vida.

Juan Luis Lagunas Rosales fue muerto a mansalva por 15 balazos hace unos días en un bar de Guadalajara: “Ahí nomás quedó”, empleando la frase que popularizó.

Las fuerzas de una nación se fortalecen con sangre nueva, pero los jóvenes de hoy no tienen, en general, interés por la colectividad

Tenía 17 años y desde los 15 era famoso por ser un bloguero que se alcoholizaba, haciendo cosas inesperadas y hablando de manera vulgar. Apareciendo con armas largas y en vehículos aparatosos, lo seguían en YouTube millones observando sus desplantes, sus excentricidades y escuchando sus amenazas a personas de la mafia.

¿Qué hacía un niño y luego adolescente sinaloense originario de Villa Juárez, Novolato, en lugares para mayores de edad? ¿Dónde estaba la autoridad que ni se inmutaban cuando Juan Luis ayudaba a presentar grupos musicales en shows nocturnos? Él no conoció a su padre, y su madre lo abandonó, por lo que  desde entonces vivió con su abuela enferma para quien trabajaba. 

Observando sus videos, se le ve siempre a Juan Luis fuera de sí y balbuceando palabras o frases incompletas. Fue como un bufón de las redes sociales.

Las redes sociales lo convirtieron en una celebridad, hasta tenía un representante que lo vinculaba con grupos musicales en los que aparecía con desparpajo. Alguno de los narcos a los que retó en su blog lo mandó matar. Juan Luis era sólo un muchacho sin amor que ahora tiene hasta su propio corrido con sonido de banda aunque “Ahí nomás quedó”.

Figuras como la de “El Pirata de Culiacán” representan un mal ejemplo para muchos jóvenes y eso es muy lamentable. Las fuerzas vivas de una nación se fortalecen precisamente con sangre nueva, pero los jóvenes de hoy no tienen, en general, interés de ser útiles a la colectividad. Piensan sólo en ellos.

¿En quién habrá creído “El Pirata de Culiacán”? ¿Cuántos piratas como él habrá en potencia en territorio mexicano? 

Descanse en paz un ser humano al que le faltaron buenos padres. Si ellos están en alguna parte, espero que estén conscientes de su desatino y se sientan mal por lo que dejaron de hacer. No hay excusa para haber abandonado al hijo que procrearon.

A los buenos padres –que afortunadamente existen muchos– y a sus familias, les deseo una feliz Navidad y que con su ejemplo apoyen la construcción de un México más justo.