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Los otros candidatos a la Casa Blanca ganan impulso en la contienda
Evan McMullin, quien saltó a los titulares de prensa esta semana por su intención de aunar en torno a su persona el voto republicano anti-Trump, es uno de los candidatos presidenciales "alternativos" que competirá en las urnas con el multimillonario y con la demócrata Hillary Clinton en noviembre próximo en Estados Unidos. Y no es el único.
"Al igual que millones de estadounidenses, esperaba que este año nos trajera mejores nominados", escribió en una carta publicada en su página web. "En cambio, nos dejaron dos candidatos que fundamentalmente no son aptos para las profundas responsabilidades a las que aspiran", indicó.
En busca de solucionarlo, el ex agente de la CIA de 40 años, asesor republicano en la Cámara de Representantes, quien nunca ha sido votado para un cargo y acérrimo oponente de Trump, lanzó oficialmente su campaña política el miércoles pasado.
En un año normal, el intento de último minuto de un postulante prácticamente desconocido apenas levantaría olas, y menos noticias a nivel nacional, pero 2016 no es un año normal.
Clinton y Trump son los candidatos presidenciales más impopulares de los grandes partidos en la historia, según el blog político Five Thirty-Eight.
Un promedio de encuestas en julio y agosto mostraba que la cifra de desaprobación a Trump llegaba al 61 por ciento, mientras que la de Clinton se situaba en el 53%. En pocas palabras: ambos generan rechazo en la mayoría de los estadounidenses.
"Nos quedan dos candidatos de los grandes partidos, pero la gente todavía está buscando a alguien más", manifestó el estratega político y simpatizante de McMullin Kahlil Byrd al diario "Washington Post".
Los votantes tienen varias alternativas, algunas de las cuales están ganando impulso.
El nominado del Partido Libertario Gary Johnson, un ex gobernador republicano durante dos mandatos del estado de Nuevo México, se presenta con una plataforma partidaria que gira en torno al libre comercio, libertades civiles y marihuana legal, y ha sido un postulante sin perspectivas en el pasado.
Johnson, de 63 años, ganó apenas el uno por ciento del voto nacional en 2012, pero desde que se celebraron las convenciones nacionales de los demócratas y los republicanos el mes pasado, ascendió a alrededor del 9 por ciento de intención de voto en los sondeos.
El candidato es consciente del origen de la reciente atención que concita, lo que lo llevó a bromear en una entrevista con "Los Angeles Times": "Si el ratón Mickey fuera el tercer nombre en uno de estos sondeos, Mickey estaría probablemente en el 30 por ciento".
La candidata del Partido Verde Jill Stein también gana terreno. La médica que obtuvo menos del uno por ciento de los sufragios en las elecciones de 2012 ha más que triplicado ese respaldo, de acuerdo con encuestas recientes.
Stein, de 66 años, ha llamado a sus seguidores a rechazar una elección entre malo y peor: "Nos dicen que salgamos del camino, porque estamos en el camino del mal menor. Le decimos no al mal menor y sí al bien mayor".
Pese a este aumento del interés, la posibilidad de que algunos de estos candidatos "alternativos" pueda proyectarse hasta la victoria es minúscula.
Johnson se encuentra en la boleta de algo más de dos tercios de los estados norteamericanos, Stein en la mitad y McMullin aún debe aparecer en alguna.
Ninguno de los tres ha logrado hasta ahora rondar un 15 por ciento de apoyo en las encuestas nacionales, tal como se requiere para lograr una invitación a los grandes debates presidenciales junto a Clinton y Trump.
Pero en algunos estados reñidos, podrían actuar como "spoilers", como lo hiciera notoriamente el candidato del Partido Verde Ralph Nader en la elección presidencial del año 2000, y el multimillonario Ross Perot en 1992 y 1996.
Sondeos de FiveThirtyEight
Sondeos en Utah
En esa decisiva contienda en Florida, el escrutinio dio vencedor a George W. Bush sobre Al Gore por un margen de 537 votos, mientras que Nader cosechó unos 98.000 en el estado sureño.
Sondeos recientes reflejan que en el campo de batalla de Ohio, Johnson llegaría al siete por ciento, mucho más que el margen del uno por ciento de Clinton sobre Trump.
A nivel nacional, las encuestas muestran que la ventaja de 10 puntos de la ex secretaria de Estado sobre el magnate se acorta cuando aparecen en el cuadro Johnson y Stein.
La influencia de estos candidatos podría impactar especialmente en Utah, el estado occidental dominado por los mormones y tradicionalmente republicano, donde Johnson basó su campaña y McMullin está lanzando la suya.
Trump es profundamente impopular en Utah. Pese a que actualmente aventaja allí a Clinton, por un 37 a un 25 por ciento, las encuestas muestran que los votantes desean alternativas y Johnson marcha tercero en el estado, con un 16 por ciento, acumulando seis puntos porcentuales más en las últimas semanas.
McMullin, mormón y nativo de Utah, ha convertido en su máxima prioridad figurar en la boleta del estado, lo que el jefe de campaña Joel Searby ha calificado de "primer paso en el camino hacia la victoria".
Pero el triunfo que McMullin persigue sería la derrota de Trump. Si McMullin y Johnson logran dividir a los votantes republicanos, podrían entregar sus seis votos electorales a Clinton.
Los candidatos marginales pueden esperanzarse con que los votantes al menos los escuchan. Un foro televisado por la emisora CNN con Johnson y su compañero de fórmula Bill Weld atrajo 642.000 espectadores la semana pasada, encabezando los ratings nocturnos de noticias de cable.
Y recientemente el blog "Politico" reportó que los organizadores de los próximos debates presidenciales están preparando planes de contigencia para la posibilidad de que se instale un tercer atril sobre el escenario. "Por si acaso", advierten.