Los muertos
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Los muertos
“Montan vigilancia especial en cementerios de Saltillo… Realiza Profeco operativo por día de muertos en Coahuila…. Llenan de vida los panteones en Saltillo.” El comediante Louis C. K. dice a su amplio público: Hola a todos, me refiero a ustedes, los que están aquí, la mayoría de las personas no están aquí, la mayoría de las personas están en China, no es cierto, la mayor parte de las personas están muertas, y todos ustedes van a morir y van a estar muertos mucho más tiempo del que vivieron, “muerto” es lo que más van a ser. Son personas muertas que aún no mueren… Aquí hay tantas personas que al menos uno de ustedes estará muerto en dos meses. No todos van a llegar a Navidad, por lo menos uno de ustedes va a arruinar la Navidad de su familia, al morir de una forma fea…” Dice Octavio Paz: “La contemplación del horror, y aun la familiaridad y la complacencia en su trato, constituyen contrariamente uno de los rasgos más notables del carácter mexicano. Los cristos ensangrentados de las iglesias pueblerinas, el humor macabro de ciertos encabezados de los diarios, los velorios, la costumbre de comer el 2 de noviembre panes y dulces que fingen huesos y calaveras, son hábitos, heredados de indios y españoles, inseparable de nuestro ser. Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor, que es hambre de vida, es anhelo de muerte. El gusto por la autodestrucción no se deriva nada más de tendencias masoquistas, sino también de una cierta religiosidad… Es significativo que en un país tan triste como el nuestro tenga tantas y tan alegres fiestas. La noche de fiesta es también noche de duelo. La violencia de nuestros festejos muestra hasta qué punto nuestro hermetismo nos cierra las vías de comunicación con el mundo…Cuando alguien muere de muerte violenta, solemos decir: se la buscó …. Dime cómo mueres y te diré quién eres... Para los antiguos mexicanos aztecas, el sacrificio era un pago a los dioses por la deuda contraída por la especie, por la otra, alimentaba la vida cósmica y la social. El advenimiento del catolicismo modifica radicalmente esta situación. El sacrificio y la idea de salvación, que antes eran colectivos, se vuelven personales. La libertad se humaniza, encarna en los hombres. Para los cristianos el individuo lo que cuenta. En otros países no pronuncian la palabra muerte. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente…. La indiferencia mexicana de la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida. El mexicano ante la muerte, como ante la vida, se alza de hombros y le pone un silencio o una sonrisa desdeñosa.
En un mundo de hechos, la muerte es un hecho más. Pero como es un hecho desagradable, la filosofía el progreso pretende escamotearnos su presencia. En el mundo moderno todo funciona como si la muerte no existiera. Nadie cuenta con ella. Todos la suprimen. Nadie piensa en la muerte, en su muerte propia. La matanza colectiva no es sino el fruto de la colectivización de la vida.”
Hay quienes ya están muertos, pero aún no lo saben. Ciudadanos muertos, que permanecen impasibles ante los abusos de su gobierno, en un silencio cómplice. Ciudadanos que, en una lucha estéril, piden que el gobierno resucite a sus muertos. Desde mi punto de vista, pasamos del culto a la muerte, a una cultura de la muerte. Seguimos haciendo sacrificios humanos, en vano, como los aztecas. “El respeto a la vida humana que tanto enorgullece a la civilización occidental es una noción incompleta o hipócrita.”