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Netflix lo volvió a hacer. Se acaba de anotar otro gran éxito internacional del que todos estamos hablando por diferentes razones. Se trata de la película “Historia de un Matrimonio”, protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver; con actuaciones especiales de Alan Alda como un abogado conciliador, Ray Liotta como un abogado súper agresivo y Laura Dern como una abogada ultra feminista y efectiva. “¿Por qué tantos abogados?”, se preguntarán. Porque más que de un matrimonio, la historia es sobre un divorcio.
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Este es el único “spoiler” que les daré porque, al final de cuentas es la premisa de la cinta. Lo que en un principio podría plantearse como la más dulce y comprometida historia de amor, en realidad es el crudo relato del doloroso camino que se tiene que recorrer cuando se toma la decisión de dejar de vivir con alguien a quien se amó y con quien se tiene hijos. Muchos de los que lean esto lo entenderán perfectamente porque el número de divorcios va a la alza en todo el mundo.
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Noah Baumbach escribió y dirigió “Historia de un Matrimonio”, basándose en su propia experiencia al divorciarse de la actriz Jennifer Jason Leigh. Aunque no es una cinta biográfica, es una historia sumamente personal y eso la hace angustiosamente auténtica. En la película, Scarlett Johansson interpreta a Nicole Barber, una actriz de Hollywood que deja las películas y emigra a Nueva York para hacer carrera en los escenarios con Charlie Barber, su esposo, quien es director de teatro y es encarnado por Adam Driver.
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Lo maravilloso del cine contemporáneo, y más aún el cine independiente, es que las situaciones y actuaciones tienden a ser sumamente realistas. Esto permite al espectador identificarse de inmediato con el conflicto de los personajes. Las escenas más tristes de la película de Baumbach no son las que uno esperaría en una película sobre el divorcio con pleitos histéricos o escenas sobreactuadas estilo “la maldita lisiada” y ese tipo de telenovelas cómicas. Al contrario, lo que más duele en esta cinta, es lo silencioso, lo que no se dice.
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Mención aparte merece Laura Dern en su interpretación de Nora Fanshaw, la abogada de Nicole. Tiene un glorioso monólogo –que es uno de los mejores que he visto en los último años– en donde asegura sin pestañear que “La gente no acepta madres que beben demasiado vino... podemos aceptar un papá imperfecto...p orque la base de nuestro cuento judeocristiano es María, madre de Jesús, y ella es perfecta. Es una virgen que da a luz, apoya incondicionalmente a su hijo y sostiene su cadáver al morir. Y el papá no está ahí, ni siquiera hizo el coito... Dios es el padre...y no apareció. Así que tú tienes que ser perfecta, y Charlie puede ser un desgraciado y no importa. Es jodido, pero así es como es”.
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El discurso feminista es impecable y absolutamente actual. No cabe duda que el autor tiene perfectamente clara la desventaja que la mujer tiene en todo momento. Pero, independientemente de este planteamiento, también vemos en la película, la honesta desesperación que el padre siente al darse cuenta que todo el sistema sencillamente le va a arrebatar la oportunidad de ejercer la paternidad. Como si su presencia en la vida del hijo fuera accesoria o prescindible.
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Al final, “Historia de un matrimonio” es un relato descorazonador de las relaciones actuales. De la grave crisis que enfrenta la institución matrimonial y, si lo pensamos mejor, de la urgente necesidad de reestructurar la familia como la conocemos hasta el día de hoy. Por lo pronto, esta cinta ya se ganó una presencia importante en los Globos de Oro y seguramente va a arrasar en los premios Oscar. De verdad, hay que darse la vuelta a Netflix para verla ya.