Los maestros anónimos
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Los maestros anónimos
Mañana domingo es el Día DEL MAESTRO. Mis más agradecidas felicitaciones para todos los que eligieron vivir en esa vocación de manera oficial, formal, técnica, humanista y con voto de pobreza. Porque a no ser que alguien sea el dueño del colegio, escuela, instituto, lo más probable es que reciba un sueldo para apenas cubrir los gastos necesarios y unos cuantos lujillos logrados a base de ofertas, ahorros y “promociones sociales”. Y si corre con suerte, a lo mejor no tendrá que sufrir las colas y desabastos de la Clínica del Magisterio que sufren actualmente los maestros.
Estos maestros sufren, además, la creencia errónea que tienen el resto de “educadores”, que todavía creen que el aprender es un proceso que sucede en la escuela y, por lo tanto, no se consideran responsables ni de la promoción ni del fracaso educativo, ni mucho menos de ser educadores.
¿Qué consecuencias tiene esta creencia tan errónea? La trágica irresponsabilidad, tanto de la familia como de la comunidad, que construye por su omisión y negligencia al esclavo del siglo 21.
Se puede hacer una encuesta acerca de cuántos se consideran agentes de aprendizaje, qué es lo que enseñan y qué es lo que les aprenden los niños que los rodean y, sin duda, los sorprenderá con las respuestas que va a lograr si es que no evaden esas preguntas incómodas con la frase: “esa es responsabilidad de los maestros y de la escuela”.
Si usted se atrevió a provocar una saludable toma de conciencia, no se desanime con estas respuestas evasivas y haga la siguiente pregunta: ¿en qué crees que consiste tu responsabilidad de su aprendizaje? y se asombrará de sus respuestas: “yo los llevo todos los días a la escuela”, “yo les compro lo que necesitan”, “yo los castigo cuando sacan malas calificaciones”, y será usted muy afortunado si alguien le responde: “Yo les reviso las tareas todos los días”.
Si además usted les pregunta acerca de qué oportunidades de aprendizaje ofrece la comunidad, será muy afortunado si le mencionan algunas actividades culturales infantiles como “Cuentacuentos de VANGUARDIA”. Enumerarán unas cuantas deportivas y a lo mejor a alguien se le prende el foco y se acuerda del Disney Channel.
La verdad es que nuestras comunidades no ofrecen oportunidades de aprendizaje –ni de religión- sencillamente porque no creen que sea su responsabilidad, son solamente espectadores y no agentes de aprendizaje.
Siguiendo con la encuesta-concientizadora incómoda, si usted pregunta: ¿Qué oportunidades de aprendizaje puede crear la familia acerca del ejercicio de valores, de su participación en la solución de los problemas –desde los de ahorro hasta los de los festejos-, de sus razonamientos respecto de los eventos que los rodean tanto familiares como sociales, políticos y religiosos? En las respuestas a estas preguntas descubrirán la oportunidad del aprendizaje más importante de todo ser humano: APRENDER A PENSAR POR SÍ MISMOS.
Pensar no es solamente absorber datos como aspiradora. Es evaluarlos, juzgar su verdad y su importancia, discriminar lo esencial de la paja comercial, ver sus consecuencias a corto y largo plazo, relacionarlos, dividirlos y/o integrarlos; y después de todo esto a sacar conclusiones, a aplicarlos a las relaciones y a lo cotidiano, al presente y a su futuro… y consecuentemente a salirse del agujero del presente y tener una visión del futuro, un proyecto de vida y una razón para caminar en este planeta, para amar y trabajar de manera inteligente y no como hormigas descerebradas.
Descubrirán que su familia tiene la responsabilidad de enseñar a pensar…la facultad que permite al hombre depender de sí mismo y no ser esclavo de lo demás.