'Los hijos no necesitan sentirse el centro del mundo': Joan Garriga

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'Los hijos no necesitan sentirse el centro del mundo': Joan Garriga

Joan Garriga es terapeuta y formador en constelaciones familiares./Foto: Cortesía Editorial Planeta
VANGUARDIA conversa con el psicólogo catalán sobre su reciente libro 'Bailando juntos', en el que además de una serie de reflexiones, aporta casos reales de parejas y familias tratados a través de constelaciones familiares

Imagine la relación en pareja como una danza, hay que coordinarse, comunicarse sin palabras y con ellas, ser flexible y empático para que ambos lleven el ritmo con armonía. Esta es la premisa del libro “Bailando juntos”, del psicólogo catalán Joan Garriga.

Converso con él e inicio comentándole que tras la lectura de su libro, se aprecia más claramente la frase de “infancia es destino” y para mi sorpresa me cuenta que la desconocía.

“No había escuchado esta frase, me parece muy atinada” reacciona, aunque revira, “también decía un gran terapeuta, Milton Erickson, que nunca es tarde para tener una infancia feliz. Esto quiere decir que lógicamente en el libro hablo mucho del niño, no solo del niño maravilloso, espontáneo, saludable, amoroso; sino del otro niño que ha vivido situaciones que pueden haber sido dolorosas o complicadas o en las que la madre estaba un tanto deprimida y el hijo se vio llevado a tomar una posición de cuidador, o cuidadora o salvadora de la madre, entonces se va creando un niño ahí adentro a partir de estos hilos emocionales invisibles, yo lo llamo este niño tiránico porque parece que coloniza o tiraniza toda la personalidad y profético, porque luego va a profetizar que las relaciones de adulto, de pareja tienen que encajar con este molde de la infancia, donde hay un salvador o un cuidador y hay un problemático, en ese sentido infancia sí que sería destino”.

Es que muchas veces repetimos los patrones con los que crecimos de niños, así como el caso que ponía Garriga antes y sobre eso profundiza, “las personas se quieren, pero luego esto puede ser complejo por que justamente 'un salvador' quiere ayudar a la persona que tiene problemas, pero con la condición de que siga teniendo problemas, para poder seguir ayudándole, por eso en las parejas a veces hay demasiado sufrimiento innecesario”.

Foto: Cortesía Editorial Planeta

Las emociones por su nombre

Cuestiono si muchos de nuestros conflictos tienen mucho que ver -y generalizo- con el hecho de que nos cuesta poner en palabras las emociones que vivimos. Y aunque Joan Garriga considera que esta es una cuestión más social, el también autor de “El buen amor en la pareja” asegura, “hay un miedo generalizado que nos hace considerar las emociones como disruptivas o amenazantes y creo que es todo lo contrario, cuanto más tengamos una buena autoregulación emocional más sanos, poderosos, firmes y centrados estamos”.

Garriga argumenta que los niños aprenden a regular sus emociones a través de la contención de los padres, si los papás no tienen miedo a expresar que sienten envidia o celos de algo, el camino será más sencillo para el hijo, sin tener que reprimir ni sobrexpresar.

Una herramienta terapéutica a la que acude, el psicólogo catalán es de naturaleza escénica y se conoce como constelaciones familiares. Con esta se plasma en el espacio nuestra red familiar y así es posible ver las dinámicas, para apreciar qué es lo que genera dificultades. Las constelaciones promueven el buen amor.

Y este concepto, en propias palabras de Joan Garriga “es aquel en el que las dos personas experimentan en expansión más que en contracción, experimentan más en positividad y alegría que en negatividad, experimentan más en creatividad. Se acompañan y crean, hijos o proyectos y en el buen amor cada quien puede tomar su lugar por que ha clarificado sus asuntos infantiles, porque se ha despedido de la familia de origen, porque ahora ha comprendido que la familia actual es más importante”.

Es que hay parejas que aunque se aman mucho eso no significa necesariamente que estén bien, por que no logran encauzar ese sentimiento en la perspectiva del buen amor y esto, desde la óptica de las constelaciones, detalla, “tiene que ver con infancias que no han sido aclaradas”.

“La pareja en realidad no se trata solo de dos, sino de muchos. Cuando vamos a la pareja vamos con nuestra historia, con nuestro pasado y el otro también, entonces es un verdadero reto”, afirma el terapeuta.

Ante esto le comento que cuando hay compromiso entre los integrantes de la pareja y a veces, las cosas no funcionan, los dos ponen de su parte para hacer que la situación mejore.

“La pareja tiene que crecer a través de saber transitar desencuentros y conflictos, desacuerdos, a veces tristezas, enfermedades de hijos, fallecimientos de suegros, vaivenes económicos. No se trata de tirar la toalla al primer quebradero”.

Sin embargo, dice que hay parejas que ante sus problemáticas buscan ayuda y otras, queriéndose, se rinden y también es válido. “Tal vez más adelante haya otra persona con la que se pueda establecer otro tipo de danza, otro tipo de realidades”.

Y es que, siguiendo el símil de la danza, para que sea armónica y llevadera, debe haber flexibilidad entre los dos. “A veces somos tiernos, a veces somos más agrestes, a veces más débiles, es decir, somos más reales; lo mejor que tenemos que ofrecer a una pareja es la realidad de lo que soy a cada momento. Lo mejor que tiene para regalarnos es su verdad, no su máscara. Las danzas más flexibles y más reales, son las que mayor felicidad dan”.

Primero nosotros, como pareja

En el libro, Joan Garriga describe las que considera que son las 12 claves del buen amor en pareja y una de estas es que los hijos no sean el centro de atención. ¿Porqué?, pregunto.

“Por que llegaron después”, responde, “primero hay que construir para que luego ellos tengan un lugar, es bueno que se mantengan como pilares, principalmente por que los hijos lo necesitan. Imagínate que todo converge en el hijo, toda la energía del padre converge en el hijo, toda la mirada de la madre converge en el hijo y el hijo piensa, '¿por qué no se miran entre ellos?'. El hijo no necesita sentirse el centro del mundo ni el centro de la familia, necesita sentirse el recién llegado, el pequeño; esto le da más seguridad por que los pilares son fuertes. Por que la pareja se constituyó antes y forman un equipo”.

De modo que los hijos son producto del buen amor e implican cuidados y atención, que reciben del ese equipo formado por los padres, “cuando se miran con respeto y se ven como prioridad, por que estaban antes”, concluye.

LAS DOCE CLAVES QUE DEFINEN EL BUEN AMOR EN PAREJA

AYER / HOY

1. Sin ti no podría vivir / Sin ti también me iría bien

2. Te quiero por ti mismo / Te quiero por ti mismo... bueno, a pesar de ti mismo

3. Hazme feliz / Siento el deseo espontáneo de que seas feliz

4. Quiero una pareja / Mejor me preparo para ser pareja

5. Te lo doy todo / Mejor dame lo que me mantiene en el mismo rango que tú

6. Dámelo todo / Dame lo que tienes y eres y yo puedo compensar, para mantenerme en mi dignidad

7. Ojalá sea intenso y emocional / Ojalá sea fácil

8. Lucho por el poder / Cooperamos

9. Yo pienso, tú sientes y, ante lo difícil, sálvese quien pueda / Reímos y lloramos juntos y juntos nos abrimos a la alegría y al dolor

10. Que sea para siempre / Que dure lo que dure

11. Primero los padres o los hijos y luego tú / Primero nosotros, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común

12. Te conozco / Cada día te veo y te reconozco de nuevo