Los excéntricos encantos de la economía

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Los excéntricos encantos de la economía

Cuando se analizan los impactos de las recesiones económicas, no solo es importante enfocarse en la magnitud de la caída en la actividad económica, sino también en la duración de ésta. Es decir, tanto la fuerza como la temporalidad de una crisis económica, nos permiten apreciar mejor las secuelas que habrá dejado por su paso.

Una contracción económica, aunque sea pequeña pero si es constante en el tiempo, pudiera ser mucho más dañina que aquella que significó una fuerte caída en la actividad económica aunque haya sido de corta duración. Desde luego mucho dependerá también de la naturaleza y las causas que dieron origen a dicha perturbación.

En cierta forma, quizás ya no debería ocupar tanto espacio de nuestro tiempo preocuparnos por la magnitud de la caída en la actividad económica. Que si la disminución del PIB en el segundo trimestre fue de 18.9% a tasa a anual, o que se colapsó un 17.3% respecto el primer trimestre, puede ser que ya ahorita sea lo de menos.

Probablemente a estas alturas ya poco ganemos con decir que ha sido la peor caída en la historia reciente del País. O que si lo comparamos con la forma en como Estados Unidos mide sus tasas de crecimiento, nuestra contracción habría sido del 53.1% en comparación al 32.9% de nuestros principales socios comerciales.

Ya deberíamos empezar a preocuparnos –si es que no lo habíamos hecho desde hace tiempo atrás– por visualizar que tanto durará esta crisis económica. Dadas las circunstancias, nuestro país no cuenta con el blindaje ni la fortaleza para soportar más tiempo en estas condiciones.

Y cuando hablamos de blindaje, no solamente nos referimos a lo financiero. Ciertamente en años anteriores se nos repetía hasta la saciedad de los escudos financieros en forma de reservas internacionales y líneas de créditos flexibles con el Fondo Monetario Internacional, los cuales hasta la fecha todavía tenemos.

También es importante referirnos a otro tipo de blindajes que fuimos construyendo a lo largo de los años. Blindajes invisibles, no monetarios, pero no por eso menos importantes, que en los últimos meses se han venido derrumbando uno tras otro.

Nos referimos desde luego a la confianza en el País como un destino seguro por parte de los inversionistas, al respeto del estado de derecho, a un clima favorable hacia el sector empresarial y a la fortaleza de las finanzas públicas. Que aunque se diga mucho de la austeridad republicana, tener a Pemex como palanca de desarrollo será un lastre que as temprano que tarde contagiará a la solvencia del Gobierno.

Esos blindajes han ido cayendo, y ante ese escenario, una crisis prolongada nos va a agarrar desprotegidos, sin defensas, sin blindaje y con una endeble capacidad de respuesta.