Los espacios públicos

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Los espacios públicos

Ilustración: Vanguardia/Esmirna Barrera

Los espacios públicos representan un beneficio social porque sin ellos familias humildes no podrían recrearse. He visto cómo resuelven su diversión, y a poco costo, matrimonios jóvenes con hijos pequeños, pues llevan viandas de alimentos sanos desde sus casas en donde las manos de las madres hacen la diferencia. ¡Qué mejor tesoro que una familia unida sin necesidad de gastar en exceso, sin alimentarse con comida “chatarra”!

Además de fomentar la inclusión social, un espacio público puede mostrar la diversidad biológica de especies locales de flora. Cuando cuenta con masa vegetal creciente aporta servicios ambientales a las comunidades y captura CO2.

Recientemente participé como relator y ponente de la tercera edición del foro Smart City en la ciudad de Puebla, y uno de los temas fue el de “Esquemas de financiamiento para la recuperación de espacios públicos”.

De acuerdo a los expertos, hay espacios públicos que hacen que las viviendas vecinas eleven su plusvalía hasta en un 25 por ciento. Pero ante el deterioro de muchos de estos sitios, la solución para su mantenimiento podría estar en el sector privado, o en una mezcla inteligente entre el financiamiento mixto de Gobiernos y empresas.

Los espacios públicos podrían representar ahorros a los Gobiernos locales si los administraran manos privadas, lo que garantizaría su subsistencia; porque hay muchos ejemplos de lugares que se inauguran y al poco tiempo se abandonan.

Para mantener los espacios públicos se deben monetizar algunos de sus servicios, por ejemplo, el uso de áreas deportivas y de estacionamientos.

Los Gobiernos pueden hacer sinergia con el sector privado para el manejo de parques públicos, lo que no significa privatizarlos. Se trata de buscar el equilibrio entre los beneficios sociales y los intereses privados, entre lo social y lo financiero. Para ello debería existir un marco de derecho para que se ejerza una gobernanza plena.

Cada vez con mayor fuerza surgen alianzas entre organizaciones de la sociedad civil que observan e intervienen en las soluciones ambientales. Una de las soluciones a la problemática ambiental es la de los espacios públicos, pero tal vez el acento hay que ponerlo en las áreas naturales protegidas, porque conservándolas se garantiza el abasto de agua de las comunidades aledañas.

Resulta estratégica la conservación de la cuenca del río San Juan y el Parque Nacional Cumbres de Monterrey para los habitantes de esta ciudad metropolitana; y la de la sierra de Zapalinamé localizada en la región hidrológica Bravo-Conchos y menormente en la región hidrológica “El Salado”, para los habitantes de Saltillo.

En el caso de la sierra de Zapalinamé, fue el sector privado el que inicialmente puso en valor su importancia, ya que allí se produce un 30 por ciento del agua potable que consumen los saltillenses. En el caso de Monterrey, su población está a expensas de las presas cada vez más vacías y de la esperanza de aguas provenientes del río Pánuco, cuando los bosques de sus sierras podrían abastecer una buena parte de la demanda de agua potable. Qué bueno que hay ambientalistas capaces de convocar a quienes deciden las políticas públicas.