Los dilemas de la maternidad moderna
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Los dilemas de la maternidad moderna
Cualquiera que es mayor de 40 años es testigo de los cambios que se han dado en el vivir cotidiano. Hay instituciones como la familia, que aparentemente son las mismas pero cuyas costumbres, tareas y obligaciones son diferentes. Estos cambios añaden una carga adicional en un contexto en el que todo está agendado: cada minuto está comprometido y los horarios son piezas ineludibles en el rompecabezas de la estructura familiar y social.
El papel que ejerce la madre en la estructura familiar siempre ha sido tan esencial como el oxígeno en el medio ambiente. Esta metáfora no es exagerada, ni pretende reducir la importancia del padre en la célula conyugal que da origen a la familia. Sin embargo, en la lucha que la familia mantiene para mantener el crecimiento de sus miembros desde la infancia hasta la vejez, el oxígeno o la contaminación que puede generar la madre son decisivos para el futuro no solo de los hijos sino de la sociedad.
Un problema presente en todas las familias es que, aunque la maternidad biológica no ha cambiado en forma sustancial, la maternidad educativa del futuro adulto(a) que vivirá en las circunstancias modernas, ha cambiado “una barbaridad”.
De manera muy superficial y sin tomar conciencia de su problemática, la sociedad mira estos cambios de “madres diferentes a las de antes”: Madres empleadas, solteras, divorciadas, abandonadas, adolescentes, viudas, que carecen del otro elemento de la célula conyugal: un marido.
De manera muy superficial se acepta en los tiempos modernos la “necesidad” e “importancia” de que la madre abandone todos los días a sus hijos para ir a trabajar con el fin de resolver un problema económico o de “autorrealización”, evadiendo o justificando de esa manera las graves consecuencias para los hijos que tienen el abandono, la falta de supervisión y de serenidad requeridas para asistir a sus hijos en su problemática evolutiva.
Este cambio cultural del papel de la madre, que tiene que enfrentar la familia y la sociedad, exige ante todo tomar conciencia del problema moderno y sus consecuencias, y revisar con una mirada a largo plazo las soluciones (por ejemplo, las guarderías) que se van improvisando de manera más mecánica que reflexiva.
¿No habremos llegado al tiempo de instruir a la mujer que elija ser madre debe considerar que ese oficio exige información real, competencias educativas y de relación, y sobre todo amor incondicional y abnegado a sus hijos?
¿No será necesario informarle que el ejercicio de la vocación materna es incompatible con “otro trabajo”?... ¿No será necesario que el oficio de la maternidad recupere la buena fama y la buena imagen que tenía antes y que hoy aparece como un “peor es nada” frente a un título de Licenciada?
¿Y, sobre todo, de que los maridos consideren que la madre no es una “solución” a los problemas económicos?