Los derechos de la mujer

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Los derechos de la mujer

Los derechos de la mujer y los del varón deberían ser los mismos si se tiene en cuenta que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley. ¿Por qué insistir en distinguirlas si eso significa romper con el sentido profundo de la Constitución? Por una razón de mucho peso: porque en los hechos no son iguales. Una cosa es lo que debería ser y otra lo que es. Y “lo que es” cualquiera puede saberlo: no ganan igual que un varón en el mismo puesto, no tienen las mismas oportunidades en las fábricas (ni como obreras ni como jefas), el Ministerio Público las discrimina y humilla con frecuencia, la misma Iglesia las quiere de cocineras, sirvientas, enfermeras… Pero nunca en un plano de igualdad. Ahora que el PRI está de capa caída recordamos que varias mujeres se prestaron a poner su linda cara para ganarle un lugar a un hombre. 

Piense en que un estúpido puede bajarle los calzones a una chica en la calle sin que eso tenga consecuencias. Recuerde que una india otomí pasó años en la cárcel sin ninguna prueba de culpa de un delito que nunca cometió.

Creo que hombres y mujeres no somos iguales. Biológicamente existen diferencias importantes, que también se dan en lo psicológico. Pero no se busca la igualdad física ni menos la fisiológica. De lo que se trata es de ser socialmente iguales y no ante leyes que no se aplican con justicia. Recuerde que justicia, en su sentido más lejano y profundo, quiere decir equilibrio, paralelismo, estar al mismo nivel. Y no lo estamos. Las mujeres son relegadas aún por quienes abogan por ellas, peor todavía, incluso por mujeres que toman el poder en un momento dado. Dígame cuántas mujeres ganaron el domingo una elección y le diré que ellas no fueron iguales en un certamen concreto, es decir, en la realidad.

Una cosa desconcertante es que todavía pesa mucho en la mujer (y en el varón, sin duda) la cultura, una cultura machista en la que ellas tienen asignados ciertos roles que se relacionan con una idea o un ideal de mujer: la que sirve. Barbara Ehrenreich en su libro “Ritos de sangre” muestra cómo en los Estados Unidos el niño es formado para ser agresivo y la niña para estar disponible.

¿Esto fue siempre así? No puedo en una columna tan pequeña extender una argumentación completa pero pondré unos ejemplos para mostrar que en otra época la mujer saltillense, aunque no fuera igual ante la ley, peleaba por sus intereses. Se lo platico: una esclava africana no tenía casi ningún derecho. Era designada en los documentos como mueble o semoviente. 

Pues bien, una noche la negra Teresa escapó de su amo y despertó al alcalde pidiéndole le permitiera venderse a otro porque el suyo la maltrataba. Y contra todo “derecho” el alcalde de Satillo le dio unos días de gracia para venderse: consiguió comprador y partió hacia Texas con su nuevo dueño. 

Otro caso, del Siglo 17, que mis alumnos conocen bien: la mujer más rica de Saltillo, Beatriz de las Ruelas, es encontrada en “comercio carnal” con un mulato. 

¡Escándalo!, el pobre hombre es encarcelado y se le impone el destierro de la villa y 200 azotes. Pero se amaban y el párroco los casa “per interposita persona” y obliga al alcalde a que obedezca las normas de la Iglesia: una pareja casada debe vivir junta. 

El mulato Juan de la Riva y Beatriz (nieta de un fundador) viven felices. Tercer caso: la patrona encuentra a su sirvienta haciendo cosas lindas con un muchacho. Lo denuncia y exige al alcalde que lo encarcele. El alcalde platica con la sirvienta y le dice a la señora que lo que hace la parejita es lo que hacen todas, que deje de estar fregando.

Tengo más casos que muestran lo peleoneras que eran las mujeres saltillenses en la era virreinal pero no caben aquí. Son ejemplo de que la mujer es la primera que debe luchar por su igualdad, su libertad, su lugar en la sociedad, su derecho a gozar de su cuerpo, su posibilidad real de desarrollarse intelectualmente y muchas cosas más. Si lo hicieron nuestras choznas ¿por qué no lo hacen las saltillenses de hoy?, ¿qué les falta para hacer que las respetemos en todo?

¿Se le ha ocurrido preguntarles a nuestras diputadas y senadoras qué han hecho para que las mujeres tengas las mismas oportunidades? Yo no ¡son inaccesibles!