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Los derechos de la madre tierra
El recuento de los daños es lo que salta a la vista en las inundaciones que han sufrido los tabasqueños estos últimos días. Pero lo que está detrás de esta realidad es la relación hombre-naturaleza en la región sur sureste de México en el último siglo en el que la presencia de presas y la tala inmoderada de la selva en Chiapas hacen que en tiempos de lluvias y huracanes, las poblaciones ubicadas aguas abajo, vivan verdaderos infiernos hídricos.
Los tabasqueños presumen con su proverbial buen humor que el agua “les ha hecho los mandados” cuando he tenido la oportunidad de convivir entre ellos desde el 2004. Realmente han sabido convivir con las inundaciones, aun las de 2007 en las que no hubo pérdidas humanas. Ese año se hicieron virales imágenes de hombres y mujeres esperando ser rescatados sobre los techos de sus casas.
Ahora es muy distinta la confluencia de las aguas. En Tapijulapa, Pueblo Mágico, se desbordó el río de tal manera que ese pintoresco lugar está inundado, salvo sus partes altas, y costará mucho la rehabilitación de su traza urbana y la reintegración de las fuerzas productivas.
Qué no decir de los habitantes de Villahermosa que nuevamente vuelven a sufrir con los embates de la naturaleza –ahora potenciados por el cambio climático–; y con las decisiones humanas relacionadas al desfogue de las presas, particularmente de la Ángel Albino Corzo “Peñitas”, que junto con el resto de las presas del sistema hidroeléctrico se localizan en la Cuenca del Río Grijalva en el estado de Chiapas.
Yo le he dicho a mi querida amiga tabasqueña y gran promotora cultural, Norma Lilí Cárdenas Zurita, que debería tener un cayuco en su casa por si el río la alcanzara. Se lo he dicho en tono de broma. Esta casa se encuentra en una parte alta de Villahermosa, pero ahora mi recomendación adquiere un tono serio.
La cuestión es que está en libertad la fauna local en la que abundan las peligrosas nauyacas y hasta cocodrilos y caimanes. La gente tabasqueña también debe convivir con estos animales de la selva y con autoridades “que se avientan la pelota”.
Tengo amigos tabasqueños entrañables como Eduardo López-Hernández, Ana Rosa Rodríguez, Silvia Capelo y Cirilo García que trabajan honoríficamente en el Centro Holístico de Olcuatitán, Nacajuca, desde el 2005. Deseo para ellos que salgan avante ante la problemática que están padeciendo, pero “aguas” debemos ser cuidadosos con las noticias que se reciben de este asunto, pues también hay vivales que se aprovechan de la tragedia humana para llevar recursos a su peculio personal.
Hay tabasqueños “echados para adelante” como el secretario de Turismo, Pepe Nieves, que está con la mejor actitud de estudiar la manera de hacer frente a las contingencias, pero los responsables tienen nombre y apellido, eso no hay que olvidarlo. Los exgobernadores Madrazo, Andrade, Granier y Núñez no hicieron mucho al respecto.
Ojalá prosperara la iniciativa STOP Ecocidio para que hubiera una ley que realmente castigara la devastación de la naturaleza, para que fuera el quinto crimen tomado en cuenta en el Tribunal de la Corte Internacional y en el Tratado de Roma. Estamos en manos de las grandes corporaciones más influyentes que los propios países. Tabasco no puede esperar.