Los costos del apagón y lo que falta

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Los costos del apagón y lo que falta

Esta semana pasará a la historia de la administración de la 4T como la semana del apagón. Fiel a la tradición, se culpa a otros de un esquema que desde hace dos años ya se había dicho que no era suficiente. La idea básica era ahorrar para los megaproyectos en el sureste a costa de lo que fuera, y le tocó al gas natural importado una reducción de las compras internacionales importante de alrededor del 18%, esto puede revisarse en los datos presupuestales de la secretaría de energía. Hay que ser claro, de la política energética del sexenio pasado y desde luego, de la reforma correspondiente, que desgraciadamente dejó sin capacidad de almacenamiento para gas a Pemex.

El apagón afectó a 2 mil 600 empresas maquiladoras de exportación y a 10 mil 500 empresas nacionales de manera directa en los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango y Zacatecas. Estos números son nada más hasta el martes pasado y desde luego, no incluyen los subsecuentes micro apagones que se han ido dando en tandas por estados y por ciudades para “minimizar” el uso del gas en la producción eléctrica.

Para muchas personas, el origen del problema es complicado porque no entienden qué tiene que ver el gas con la electricidad en todo este asunto. El factor principal es que la electricidad en México, una parte importante de ella en los estados mencionados anteriormente, se produce con carbón y con gas. Sin embargo, a diferencia del carbón que es de producción nacional, el gas se importa de Estados Unidos. Desde la semana pasada se tenían noticias de la llegada de la tormenta invernal y las consecuencias que tendría en la producción de todos los commodities producidos por el vecino país del norte. México no tomó las precauciones necesarias en términos de inventarios, porque no había simplemente donde guardarlo. Además, tampoco se compraron seguros por parte del Secretario de Hacienda y menos de la Secretaria de Energía. Ninguno de ellos trabajó en conjunto de con Comisión Federal de Electricidad para ver cómo se enfrentaba la escasez. Las opciones eran pocas, o se pagaba el gas 800% más caro para poder tener abastecimiento ininterrumpido o se generaban apagones por no tenerlo. Pasó lo segundo con las consecuencias económicas ya mencionadas, más las que se seguirán dando en las siguientes semanas.

En virtud de lo anterior ya hay dos problemáticas sabidas en el mundo sobre México como consecuencia de lo que se ha dado en llamar el megaapagón. La primera de ellas es la pérdida de confianza por parte del inversionista internacional que, al ver el manejo de la energía, sus dudas aumentan para considerar a México un lujar seguro para generar utilidades, o al menos producir, pero con la falta de luz no es posible ni abrir oficinas. El segundo problema es el mensaje de una mala planeación gubernamental, que con tal de ahorrar puede sacrificar a quien considere necesario dentro del sistema económico. Esto tampoco le gusta a un inversionista internacional que por obvias razones se sentirá más vulnerable.

En términos de las familias, el megaapagón dejó a 1.3 millones de ellas sin luz por algún intervalo de tiempo. Se perdieron clases, días de trabajo en oficinas y fábricas, en labores gubernamentales, pero sobre todo se perdió la fe en que México se estaba recuperando de la pandemia. El golpe anímico a las familias fue y está siendo devastador. La opinión pública ejercida a través de los medios digitales ha mencionado que el estado de ánimo sobre todo de los jóvenes, está por los suelos. Ellos no entienden razones, simplemente vieron (bueno, es un decir porque todo estaba muy oscuro) un México que va contra corriente totalmente. Los supermercados ya anunciaron que no habrá pan ni tortillas por la falta de gas natural hasta el 22 de febrero que se dice, se normalizará la situación.

Caintra Nuevo León, ya lanzó una estimación sobre el monto de las pérdidas de sus empresas, sólo 7 mil 200 millones de pesos por dos días. Insisto, más lo que pueda acumularse por la disrupción de cadenas productivas internacionales, sistemas de inventario justo a tiempo, reposición de inventarios, sólo por mencionar algunos de los problemas y sus costos que no están contemplados en las cifras mencionadas. Nuevo León por sí solo, consume el 29% del total del gas natural que consume México. Las maquiladoras nacionales, alrededor de 2 mil 600, estimaron que sus pérdidas fueron de 2 mil 700 millones de dólares a razón de 200 millones de dólares la hora de falta de producción, por lo que los microapagones, seguirán constando mucho dinero a toda la industria nacional.

Los datos son devastadores para un país que intenta superar la pobreza, la contingencia sanitaria, y ahora la falta de energía. Pedirle a la población que no gaste el gas o que no gaste luz, no puede ser posible en esta época de pandemia. Si ya de por sí es terrible estar confinado, sobrellevar esta situación sin luz para ver la tele o tener internet, sin agua porque el 82% del agua en estos estados afectado se obtiene por medio de la extracción en pozos, por lo que sin luz no hay agua (mismo caso en los hogares), o sea, se volvió a la época de las cavernas prácticamente, como se bautizó a esta situación en las redes sociales.

Las culpas siguen por parte del presidente, pero no ha resuelto nada. No hay que olvidar sus promesas, desde gasolina más barata, hasta electricidad también más barata. Los datos son contundentes, este apagón fue un desastre económico por dondequiera que se le vea. En la cartilla moral debería incluirse que prometer sin posibilidad de cumplir es un acto de corrupción y que el presidente debe ser el ejemplo. Él dijo que no mentir ayudaba a no contagiarse de coronavirus, pero como se enfermó recientemente, ahora se entiende que ya no hay que esperar verdades, ya no tiene sentido. Los datos nos dicen que México está entrando a terapia intensiva económica por falta de energía, todos estamos muy débiles.