Los candidatos
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Los candidatos
Estamos viendo una campaña que, a pesar de lo que dicen los candidatos, está mostrando que el lodo es lo que la define
Ahora que los candidatos a gobernar el Estado presentaron un informe de sus bienes materiales y los de sus cónyuges, nos enteramos que ganan millones y poseen propiedades y vehículos caros. Lo cual no es un pecado. Si quisiéramos colocarlos en una clasificación socioeconómica, varios cabrían en el sector “clase media alta”. Dos pueden ubicarse bajo el adjetivo “ricos o burgueses”:
Luis Horacio Salinas declara ganancias anuales de 11 millones y Armando Guadiana de cuatro y medio. Se agradece que lo declaren. Sería bueno saber si su riqueza ha beneficiado a terceros (y no me refiero a sus familiares). Sólo un candidato cabe en la definición “clase media”, José Ángel Pérez.
Desde hace años advertimos un fenómeno que se repite: los hijos de políticos que hicieron fortuna buscan ocupar un espacio de dominio en distintos estratos de los tres poderes. ¿Por qué arriesgar su nombre en la política cuando vemos que con frecuencia terminan su cargo con un enorme desprestigio personal? Respuesta: es el lugar en que pueden avanzar a pasos de gigante sin el riesgo que implican los negocios. Jóvenes que estudiaron en universidades connotadas para ser empresarios terminaron escogiendo la política. ¿Razones?, la empresa más espléndida es un cargo público. Pregunten a los políticos del Estado de México: los Mazo, los Montiel, los Hank, los Peña Nieto, los Videgaray si fundaron empresas. Hank González se enriqueció en la política y desde ahí creó negocios. La fortuna mayor no es el dinero, sino la multiplicación mágica del mismo en minutos si se tienen las redes del poder y las relaciones con los aparatos jurídicos. El Ejecutivo domina todo.
No estoy diciendo que los candidatos a la Gubernatura de Coahuila tengan esas peculiaridades porque tampoco tengo los elementos para saber cuál es su dinámica personal; habría que ir caso por caso. Además de la riqueza, tienen una gran necesidad de reconocimiento, cosa que viene desde la cultura judeo-cristiana que nos caracteriza, pero, sobre todo, muy española, como dijo Antonio Machado.
De cualquier manera ha sido un avance importante el que cada uno diga a los ciudadanos cuál es su fortuna, incluso si hubo algún engaño (esconder datos, regalar casas a última hora, poner cuentas a prestanombres…).
Todos los candidatos han de informar: los que quieren ser alcaldes de los 38 municipios y los que compiten por una curul en el Congreso del Estado deben abrir sus secretos. El Instituto Nacional Electoral, que ha perdido mucho de su antiguo prestigio, debe obligar a todos a lo que se denomina 3 de 3. Sería una reivindicación de su importancia en el proceso. Además, les estamos pagando demasiado bien para que lo hagan. Si Humberto Moreira es candidato, aunque sea plurinominal, ¿no está obligado a presentar públicamente sus rentas, depósitos, casas (en México y en el extranjero), ranchos y empresas? Sí, igual que todos.
¿Podremos, los ciudadanos de la calle tener acceso a esa información? Pongo el ejemplo de Humberto porque es uno de los que, aparentemente, tiene el triunfo asegurado. Por tanto, queremos conocer sus bienes actuales y no por curiosidad malsana, sino porque los actuales sentimientos de los mexicanos tienden a la necesidad de información. ¡Nos han mentido tanto!
Estamos viendo una campaña que, a pesar de lo que dicen los candidatos, está mostrando que el lodo es lo que la define; pero todavía puede dar sorpresas. Y éstas están en los candidatos más que en sus mediocres partidos. Cada persona enfrenta su proyecto al de los demás. Es claro que mucho de lo que dicen es retórico: manejo de las palabras, de los mensajes, del inconsciente colectivo. Al parecer casi todos los candidatos han aprendido a presentar un discurso que no está muy acorde con su formación académica ni con sus experiencias previas. Pero por ahora es lo que tenemos: un tipo de candidatos exponiendo un tipo de discurso. Compruebe usted que muchos discursos se parecen demasiado, sean expuestos por gente de izquierda, derecha o centro.