Los caminos de La Laguna

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Los caminos de La Laguna

ESMIRNA BARRERA
Tienen la gran oportunidad que entre ellos aún se tratan de manera horizontal, pues los ricos, los pobres y una gran clase media conviven con respeto y solidaridad

La Comarca Lagunera tiene una magia irrepetible. Esa región de Coahuila y Durango es un lugar aparte en nuestro territorio nacional. Los nacidos en los municipios de estas entidades federativas cuyas tierras fueron por siglos inundadas de manera recurrente, por ello el mote de la laguna, es cuna de hombres y mujeres sobresalientes de carácter definido que han seguido luchando por el recurso hídrico desde la segunda mitad del siglo 20 sin éxito, para evitar las represas de las aguas de los ríos presentes e intentando frenar la sobreexplotación de las aguas del subsuelo utilizada insustentablemente por parte de los estableros de la cuenca lechera.

Ahora los laguneros están intentando buscar soluciones a partir de la conservación de sus nichos ecológicos como el de Jimulco, en Torreón. Los laguneros no se rinden y tienen la gran oportunidad de que entre ellos aún se tratan de manera horizontal, pues los ricos, los pobres y una gran clase media conviven con respeto y solidaridad, lo que volví a experimentar en un desayuno para empresarios que convocó la fundación Mundo Sustentable A.C. con el propósito de buscar su apoyo para arropar un gran proyecto de muralismo urbano. Esta iniciativa es de la dirección de cultura de la presidencia municipal de Torreón, pero más que nada es un proyecto que requiere del apoyo de todos los grupos de interés porque se podría replicar en toda la Comarca Lagunera.

En este caso se trata de apoyar la producción de 10 murales en la zona poniente de la ciudad que serán realizados por jóvenes que ordinariamente hacen graffitis en las calles, pero que con este proyecto tendrán grandes maestros y recibirán un pago por ello. Puedo asegurar que muchos de estos jóvenes llegarán a ser artistas formales.

El gran crítico de arte y promotor cultural Alfredo Gracia Vicente, originario de Castel de Cabras, España, y que habitó entre la ciudad de Monterrey y Ramos Arizpe luego de llegar a nuestro País huyendo del franquismo, decía que los grafiteros tenían un gran poder creativo y que habría que darles un lugar. El maestro Gracia Vicente murió hace 25 años y su comentario tiene vigencia y es pertinente; así que en aquel desayuno celebrado en la delegación de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en Torreón estuvieron directivos industriales y participaron 52 personas representando empresas laguneras. La respuesta al proyecto fue óptima y una vez más me percaté de la solidaridad lagunera de la que les hablo.

Algo que me sorprendió fue que, sin público que la escuchara, la insigne maestra Magda Briones, ícono cultural y medioambiental de La Laguna, ofreció el mismo donativo que las empresas grandes. Por la tarde participé en un homenaje al gran promotor cultural Matías Rodríguez Chihuahua que se llevó a cabo en la ciudad de Matamoros, Coahuila, con la presencia de 15 cronistas oficiales de municipios duranguenses y coahuilenses, de autoridad municipal y de representantes de la cultura en la región. Organizado por la Asociación Nacional de Cronistas de Comunidades y Ciudades Mexicanas A.C., fue un homenaje póstumo que hizo justicia a la trayectoria de un hombre lagunero que sigue siendo ejemplo porque una medalla, que se otorga en el municipio anfitrión, lleva su nombre y porque una de sus obras, el centro cultural “El Galpón”, abrigó su casa y continuará desarrollando actividades artísticas.

Los caminos de “La Laguna” son impredecibles, pero siempre dignos con su gente que te observa de frente. También por aquellos rumbos habrá elecciones intermedias, ojalá que los electores tomen las mejores decisiones porque se requiere de alcaldes con sensibilidad social y cultural, no basta que sean buenos administradores, también es importante la agenda cultural y ambiental en estos espacios áridos que mucho bien han brindado por las actividades agrícolas. Primero el cultivo del algodón, ahora el del melón y la sandía. De regreso a Monterrey compré precisamente un puñado de melones y de sandías que todavía seguimos saboreando en familia, esos son los sabores laguneros.