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Los avatares de la Facultad de Jurisprudencia de la UAdeC
Estamos hablando de una facultad que debería ser punta de lanza en la defensa de la legalidad, la democracia, los derechos humanos, la equidad, la transparencia y otros valores plausibles de una Universidad que tiene libertad de cátedra, pero que carece de otro tipo de libertades, expuesta siempre a los excesos de sus rectores, toda una saga de oprobio y vergüenza a lo largo de su historia, salvo en muy escasas excepciones.
¿Qué necesidad tenía el actual rector, Salvador Hernández Vélez, de enturbiar la elección de director en Jurisprudencia? El estatuto Universitario es claro en cuanto a los procesos sucesorios, y sólo el interés del rector por imponer a un candidato explica la dilación y el desacato a la normatividad vigente.
Y aquí otra paradoja inexcusable. El rector Hernández Vélez violando el estatuto que él mismo reformó y que hasta un monumento le mandó a construir como memorial trascendente de su paso por la Universidad. Otra vez el bronce ofensivo en aras de alcanzar la gloria. Como la placa de bronce en el campus Arteaga con los nombres del exgobernador Jorge Torres López y el exrector el Negro Ochoa Rivera. Un par digno de la crónica policiaca del Güero Téllez.
Pero ya habrá quien, con más capacidad crítica (José Guadalupe Robledo), haga un libro que sea la referencia exacta de todas las infamias de los gobernadores que, amafiados con rectores, han cometido en contra de la Universidad.
Y otra paradoja terrible es la apatía y pasividad de los estudiantes contra las injusticias, abusos y violaciones que han degradado a la UAdeC.
Y no es que uno tenga la expectativa de que los estudiantes sean como los jóvenes del Mayo Francés, tampoco como los de Tlatelolco ni los del Jueves de Corpus, sino jóvenes que al menos se indignen ante los acosadores de sus compañeras, que reaccionen ante violaciones de la democracia o los derechos humanos porque, se supone, que Jurisprudencia es el semillero de los futuros operadores del IEC, la CEDH, el ICAI, las fiscalías o los tribunales de justicia, y que si los estudiantes son conservadores por la misma naturaleza del derecho, aunque sea recuerden a los caídos estudiantes de la Kent State University, que también desde la derecha se lucha por la justicia que debería ser el espíritu perenne de esa facultad.
Cabe mencionar que entre los libros publicados por Hernández Vélez hay uno que llama la atención; “Máximos y Mínimos”. Y uno se pregunta a qué máximos se referirá el rector, ¿a su ascenso en la burocracia, en el PRI, la CNC o el escalafón educativo? ¿A los sueldos alcanzados? ¿A sus triunfos electorales?
Con respecto a sus “Mínimos” ahí sí pediría este columnista la opinión de los maoístas de Línea de Masas, de los priistas, de los campesinos, burócratas y de los universitarios. De la opinión de los últimos dependerá su reelección en la UAdeC.
Y que el nuevo coordinador de Jurisprudencia, Elías Villalobos, ducho en la materia electoral, no se haga maje como los burócratas del IEC y que saque adelante una elección con certeza, legalidad, imparcialidad y objetividad, de lo contrario, que los estudiantes arrasen con el ridículo monumento al Estatuto Universitario, otro de los mínimos del rector Hernández Vélez.