Los archivos del Gabo… en Texas

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Los archivos del Gabo… en Texas

Cada vez que queremos acceder al Primer Mundo, se nos va el tren, se nos va el tranvía de la modernidad. Hemos llegado tarde por siempre al banquete de la cultura. A nivel local, a nivel estatal, a nivel nacional. No es nuevo, pero si hay que dejarlo por escrito. No podemos ser comparsas de la indiferencia, la ignorancia, la estulticia. Mientras nos vemos el ombligo, alguien más avanza y en ocasiones, es decir siempre, va tan lejos y tan rápido que es imposible alcanzarlos. Es el caso, una vez más, de los Estados Unidos de Norteamérica. A los cuales criticamos y todo, pero siguen siendo cabeza de león. ¿Nosotros? Nosotros somos perpetuamente cola de ratón.

En estos días (miércoles 21 de octubre) la Universidad de Texas en Austin, abrió al público los archivos del Nobel colombiano, Gabriel García Márquez. Al día de hoy, son 78 cajas de documentos, 43 álbumes de fotografías y 22 cuadernos donde el santo patrono de Aracataca, redactaba sus textos señeros. Hay borradores, correcciones en manuscritos, en libros, cartas, fotografías y en su CPU, hasta nueve versiones de su novela inédita, “En agosto nos vemos”. Un fondo de maravillas para los detectives de la obra del mítico escritor avecindado en México. ¿Cómo se hicieron de este fabuloso fondo los del Harry Ranson Center de la Universidad de Texas? Pues como Dios manda: pagando por él y en metálico, 2.2 millones de dólares. Las negociaciones para la compra-venta de este fondo incluso se dieron en vida de García Márquez, muerto en la Semana Santa de 2014. 

Los norteamericanos lo quieren todo. Saben para qué sirve el dinero y el dinero sirve para comprar lo incomprable. Dice un viejo refrán, “cuando puedes pagar lo impagable, estás adquiriendo una ganga”. Así ha sido. Pero estos del Centro Harry Ransom no son cualquier clase de compradores con dinero y con suerte, no. Son una serie de administradores y sabios académicos con vocación de visión de futuro. Entre sus colecciones de documentos y archivos se cuentan las de James Joyce, David Mamet, Arthur Miller (de quien Marilyn Monroe, por cierto, no tenía ningún ejemplar en su biblioteca), J.M. Coetzee y ese otro santón llamado William Faulkner.  

¿Es poco? Este Centro, con medio siglo en este tipo de compras y adquisiciones, tiene los archivos personales del gran actor Robert de Niro, una colección del productor de cine David O’Selznick y ese instrumento fetiche para nosotros los escritores: las libretas de los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein en el cual documentaron el caso “Watergate”. Puf. 

Esquina-bajan
Por esto y no otra cosa lector, los norteamericanos nos conocen al dedillo. A todos. Nada del mundo les es ajeno.

Todo lo quieren, todo lo desean y sí, todo lo compran. Para eso es el dinero, para comprar, incluyendo aquello que no está en venta. Y lo anterior me hace gracia, la cual mueve a llanto y tragedia, porque aquí entre nosotros, el dueño de una de las mayores colecciones de libros, discos y películas, don Armando Fuentes Aguirre, cedió, sí, cedió sus selecciones, sin peso de por medio, para que estas maravillas quedaran a resguardo del Gobierno del Estado, hoy bajo la batuta de Rubén Moreira. Y en pretérito mes hubo parafernalia mediática para anunciar un Centro Cultural para salvaguardar los archivos de don Armando… pero al día de hoy no hay voluntad política para llevarlo a cabo.  

Se anunció que dicha Biblioteca estaría tal vez ubicada en los terrenos del Parque Las Maravillas. Ni trascabo, ni zanja ni mucho menos primera piedra se han hecho presentes para edificar el archivo. Mientras tanto, el HRC de Texas se apresta a incrementar su museo, va tras una copia mecanografiada y corregida de “El coronel no tiene quien le escriba” y 48 cartas que Gabo escribió en su momento a Plinio Apuleyo Mendoza. Aquel que se volvió rico con los emolumentos del libro de entrevistas a GGM, “El olor de la guayaba”. Los norteamericanos lo saben todo de nosotros porque lo compran todo, lo estudian todo y lo quieren y atesoran todo.

¿Es mucho 2.2 millones de dólares por grabaciones, cuadernos, servilletas, folios y notas de puño y letra con pluma deslavada y lápiz fino sobre papel amarillo, del santo patrono, Gabriel García Márquez? ¿Cuánto cuesta edificar el Centro Cultural que resguarde los archivos del maestro Armando Fuentes Aguirre? ¿Un millón de pesos, dos millones…? Rueda rodando esta terrible omisión y descuido (no hay voluntad, es la verdad), el caso llegó a oídos al Senado de México y en días pasados, la Senadora Silvia Garza Galván me pidió una tarjeta informativa al respecto… 

Letras minúsculas
La carpintería secreta de los textos del Gabo ya es pública y está en Austin, Texas.