Los apagones en el norte de México. ¿Reciprocidad o supervivencia?

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Los apagones en el norte de México. ¿Reciprocidad o supervivencia?

Y cuando pensábamos que ya lo habíamos visto todo tras un año de confinamiento. Llegaron las nevadas en el norte de México. Hermosas postales en Monterrey, Saltillo, Piedras Negras. Parecía Europa se leyeron más de un comentario en redes sociales.

Sin embargo, a las pocas horas terminó el cuento de hadas y las vistas románticas, apagones prolongados que dejaron a miles de personas sin calefacción con temperaturas cerca de los -10 centígrados, sin acceso a agua ni gas en medio de una pandemia.

Sí, pareciera que se nos olvidó que había una pandemia. Miles de personas mientras nevaba y nos quedábamos sin luz, estaban en hospitales o en sus casas librando la batalla contra el COVID-19 a oscuras, con todo lo que eso significa. Las farmacias también tuvieron que cerrar y obtener medicamentos o insumos médicos era/es imposible, ni pensar un tanque de oxígeno.

El abasto de comida y servicios básicos fue lo mismo. 24 horas después de las nevadas los principales supermercados y gasolineras reportaban que estaban vacías. Se acabaron la gasolina y los alimentos. Otra vez, como cuando empezamos la pandemia y todos corrimos a comprar papel de baño, comida enlatada y agua embotellada, así ocurrió, igual, un año después. ¿No aprendimos nada?

Las autoridades no se han cansado en decirnos que racionalicemos el uso de la energía eléctrica para que los apagones no tengan que ser tan prolongados ni tan seguidos. Dudo mucho que haya alguien haciendo caso a este llamado.

No es el objetivo de estas líneas hacer un análisis de las causas del apagón, eso requiere un texto aparte. Mi propuesta es invitarlos a una reflexión sobre esa línea delicada entre pensar los demás y la llamada supervivencia, primero yo, primero mi familia, después todos los demás.

Ahora bien, este gobierno ha ido disminuyendo sus programas y servicios. Recordemos que quitaron las guarderías para las niñas y niños, diciendo que les darían un apoyo a abuelas y abuelos por cuidar a sus nietos. Esto cambio la dinámica familiar de miles de personas. No olvidemos tampoco la disminución y ahora anulación de los apoyos de Conacyt a investigadores; ni la ausencia de medicamentos a las niñas y niños con cáncer. En estos casos, se podía decir que afectaban a unos cuántos, no a la población en general, que los gobiernos anteriores tenían la culpa, que había mucha corrupción, que unos cuantos eran solo los que se beneficiaban de estos apoyos.

Los servicios básicos como agua, luz, gas nos afectan a todas y todos. No es un tema de minorías o ideologías.  Si bien el Centro y Occidente, así como el Sur y Sureste del país no está viviendo las nevadas ni la ausencia de servicios básicos.  ¿Será que ellos piensan lo mismo que nosotros ahora?

El reto radica en darnos cuenta cuándo deja de ser el problemas de los demás y comienza a hacer el mío, y en cómo reaccionamos a esto.

¿Qué es lo que tiene que pasar para que nos demos cuenta que el rumbo no es el correcto? Hoy escribo estas líneas lo más rápido que puedo porque tengo a mis 3 hijos corriendo detrás de mí y tengo miedo que en cualquier momento se vaya la luz, el internet y no la pueda mandar. Jamás pensé que escribir estas líneas se volviera una misión casi imposible. ¿Qué podemos hacer al respecto?

Necesitamos Ciudadanos de Tiempo Completo que sean capaces de ver qué lo que le afecta a los demás, les afecta a ellos, que luchar y exigir los derechos de los demás, nos ayudará a construir sociedades más justas y equitativas para todas y todos.  En otras palabras, aprendamos a ser solidarios, recíprocos con las otras personas.