Lo útil del ‘voto útil’ en 2021

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Lo útil del ‘voto útil’ en 2021

La expresión con la cual se integra el título de esta colaboración, “voto útil”, la hemos escuchado todos en múltiples ocasiones y alude a una convocatoria formulada por quienes nos llaman a “no desperdiciar” nuestro sufragio, sino a utilizarlo para contribuir al triunfo de alguien. Por regla general se nos convoca a votar por “A” para impedir el triunfo de “B”.

En el pasado más o menos reciente, cuando la alternancia en el poder no era una realidad cotidiana -como lo es hoy, con muy escasas excepciones- la expresión “voto útil” se utilizó para convocarnos a sacar al PRI del poder, pues más allá de las propuestas o de los individuos, lo importante era impedirle a quienes integran dicho partido seguir gobernando.

Hoy, cuando prácticamente cualquier partido tiene la posibilidad de obtener el triunfo en los comicios, la expresión “voto útil” acaso cobra su auténtico significado: se trata de utilizar el voto para impedirle a quien gobierna, sea quien sea, concentrar todo el poder.

Así, la contienda de 2021 se trata, sobre todo, de ir a votar pensando en la “utilidad” de nuestro voto, entendida esta como la forma en la cual podemos contribuir individualmente a impedir la captura absoluta del poder público por parte de un solo grupo o, peor aún, de un solo individuo.

La lógica detrás de este razonamiento es simple y ha sido largamente avalada por la experiencia en nuestro país: si se le entrega todo el poder a un partido difícilmente veremos a los representantes de éste comportarse de forma democrática. Por el contrario, observaremos en ellos todo aquello en contra de lo cual hemos votado por décadas.

Basta haber vivido algunos años -o tener el hábito de leer- para comprobar el acierto de la afirmación anterior. Allí donde un partido ha gozado largamente de la preferencia de los electores son evidentes los vicios y los excesos a la hora de gobernar.

No es el “voto útil”, debe decirse con todas sus letras, la solución a los excesos de nuestra clase política. Pero es al menos, según demuestra la experiencia del período transcurrido entre 1997 y 2018, un buen principio. En ese período, cuatro presidentes de la república no tuvieron a su servicio el Congreso de la Unión y eso fue bueno para el país.

En los últimos dos años y medio regresamos a la época del “partido hegemónico” o, para decirlo con la icónica frase de Vargas Llosa, de la “dictadura perfecta” inventada por el PRI. Y eso no está siendo bueno para el país, porque ha implicado el retorno de las peores prácticas en contra de las cuales hemos luchado largamente.

Ante esta circunstancia, el “voto útil” cobra una vigencia inédita y constituye una convocatoria a recuperar las lecciones positivas del pasado reciente. No se trata, por cierto, de utilizar nuestro voto de 2021 para revertir las decisiones de 2018. Se trata de entender una lección simple, pero muy poderosa: no le otorguemos todo el poder a nadie porque no es una buena idea.

Llegados a este punto es también necesario ser muy claros al señalar en cuál de las pistas electorales el “voto útil” es más útil. En el caso específico de Coahuila, donde elegiremos ayuntamientos y diputados federales solamente, la “utilidad” del voto es mayor en el caso de la elección federal.

O, para decirlo de manera más clara, la expresión tiene más sentido en ese caso porque constituye un llamado a generar un contrapeso en la Cámara de Diputados, capaz de contener los excesos en los cuales se incurre cotidianamente desde el Poder Ejecutivo federal.

No carece de sentido, por cierto, en la pista de las elecciones municipales. Pero allí la connotación de “utilidad” tal vez sigue una lógica distinta y está más vinculada a la reelección de quienes pretenden seguir gobernando y menos con la posibilidad de sostener a un partido en el gobierno.

Conviene preguntarse, desde luego, cómo sería una Cámara de Diputados mayoritariamente opositora en estos tiempos y cuál sería su utilidad en términos de las aspiraciones colectivas de mayor democracia, mayor transparencia y uso más honesto de los recursos públicos.

Y aquí es necesario insistir en lo ya dicho: negarle todo el poder a un solo partido no es una solución en sí misma. Porque, como ya lo hemos visto antes, el poder siempre se las arregla para garantizar sus intereses, incluso en circunstancias “adversas”.

Pero sí es un buen principio. Piénselo en sentido contrario: si, como ha ocurrido en la actual Legislatura federal, quienes la conforman solo son correas de transmisión de quien habita Palacio Nacional, no hace falta negociar nada y la voluntad unipersonal se impone por la fuerza de los votos y “en representación del pueblo”.

Por el contrario, si el Poder Legislativo no está al servicio del Presidente, es posible considerar la posibilidad de introducir matices, vigilar de manera eficaz el uso del poder y, en general, de construir un sistema de instituciones públicas capaces de hacernos avanzar como sociedad.

Por ello, el “voto útil” constituye una convocatoria interesante en este 2021 a la cual debiéramos, al menos, responder con curiosidad.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx