Lo que viene
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Lo que viene
Es difícil saber qué es lo que viene en este 2018. Un brujo dijo que José Antonio Meade será presidente. ¡Qué bajo hemos caído para que pongamos atención a un agorero alentando a mexicanos que padecen todavía un candor infantil! ¿Por qué no preguntamos a la ouija quienes serán los senadores?
Al contrario de cuestiones fantásticas, hay datos que nos dicen lo que probablemente, sin seguridad alguna, podría suceder. Estamos contemplando cotidianamente el derrumbe del hombre al que se consideraba líder del país más poderoso del mundo y esto sí es comprobable. Y su caída puede arrastrarnos. Es tan ignorante, tan simbólicamente violento y tan dañino que su equipo inicial ya es casi un recuerdo. Al menos nueve de sus colaboradores abandonaron el círculo más cercano y algunos de ellos, sintiendo una enorme responsabilidad frente a su patria, han dejado saber que Donald Trump es un ser incapaz de gobernar. Sus dichos, sus bromas y sus pequeños discursos son tan idiotas que dan miedo. Si el dirigente de Corea del Norte dijo que tenía en su escritorio el botón nuclear, Trump contestó que su botón era mayor. Una imbecilidad que ni siquiera John F. Kennedy, en su mayor esplendor, se atrevió a decirle a Nikita Krushchev. Veremos qué sucede con el libro que apareció antier sobre Trump cuya edición se agotó el mismo viernes.
Y lo que viene en México no es menos problemático. Hasta ahora tenemos a tres contendientes por la Presidencia, pero hay dos que se definieron por candidatura independiente, que acumularon los cientos de miles de apoyos que les exigió el Instituto Nacional Electoral haciéndoles el camino difícil. En cosa de días empezaremos a escucharlos también.
Lo que puede venir, si triunfa López Obrador, hasta hoy puntero, es que se provoque un caos desde las fuerzas ocultas del poder y la economía. Creo que Morena ha estado cuidando ese flanco por medio de militares, intelectuales y empresarios que configuran el grupo que dirigirá los destinos del País. Se han mencionado los peligros del “Peje”, ¿más peligroso que Peña Nieto?, es difícil. La corrupción y encima de ésta el cinismo y la insolencia nos eran desconocidos (al menos al nivel que nos tocó en estos últimos años).
Gobernadores rateros en la cárcel, más los que caigan y los que Peña impidió castigar. Miles de millones sacados del País por gobernantes y burócratas. Eso es realidad, el futuro es aún desconocido.
Regresando al nivel del mundo, lo que se advierte es el regreso de los distintos tipos de racismo (incluso en Alemania), el nacionalismo extremo y excluyente (dígase Barcelona), el dominio absoluto del clero (varios países árabes), el terrorismo como objetivo (Estado Islámico), la corrupción de los gobernantes (Odebrecht) y la legislación favorable al militarismo (no sólo en México).
Lo que podría venir: una nueva configuración del Estado. El último libro del gran sociólogo, Pierre Bourdieu, que apareció tras su muerte, está dedicado precisamente al papel del Estado. Dice que nos hemos quedado con pocas ideas sobre ese fenómeno: unas cuantas de Maquiavelo, otras de Weber o de Marx sin ver que el Estado ha ido cambiando y adoptando formas diversas. Piense usted en el Estado mexicano actual, surgido o configurado por dos grandes personalidades: Calles y Cárdenas, cuyo modelo ya dio de sí y sirvió para consolidar el poder de un partido, de los líderes sindicales, del Estado benefactor, del dominio absoluto de la corrupción (contra Weber que creyó que la violencia legítima era constitutiva; contra Marx, que no imaginó que su utopía sería destruida precisamente por los que en su nombre tomarían el poder…). Y regreso: no puede seguir el sistema como lo estamos viendo. Asomamos entre los 10 países más desiguales del planeta, en el primer lugar en corrupción entre los de la OCDE…
No hay duda de que México es un gran país, con muchos mexicanos generosos, intelectuales de primer nivel, buenos empresarios… pero también con un Gobierno incapaz.
Precisamente Bourdieu recuerda que tanto Marx como Gramsci sabían que un Estado no puede prescindir de una sociedad civil crítica, independiente de su burocracia, participante, solidaria. Ésta existe, pero es opacada por una “sociedad civil” manipulada por los partidos o las iglesias que hace sombra a aquélla.