Lo que termina, lo que empieza
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Lo que termina, lo que empieza
Así estamos hechos, tenemos que sentir que algo acaba y que, por eso mismo, algo inicia. Esto no es antojo personal. En todas las sociedades se encuentran términos temporales definidos, unos de orden físico y otros en lo simbólico. En determinadas culturas se trata de una relación con un ser divino y en otras con un acto fundacional; con frecuencia ambos se entrelazan. Los aztecas sabían cuando un mundo terminaba y por ello había que deshacerse de muchos objetos, porque pasaban a representar el pasado.
La ruptura los preparaba para empezar una nueva vida. También los judíos tenían un término temporal que implicaba perdonar deudas y ofensas, liberar a los esclavos y reconsiderar la vida como una distinta oportunidad.
El cristianismo de San Pablo creó la idea de la vida como competencia deportiva y como carrera que se dirige a una meta que desgraciadamente es la muerte; para no aparecer como catastrofista plantea que la verdadera vida inicia después de ésta. Santa Teresa de Jesús tiene la proposición de que andamos peregrinando y que el hogar final es el cielo.
Dejo de lado tales consideraciones para proponer que el fin de un año físico, 2015, es también una llamada de atención para pensar en lo que hicimos en el año que muere y proponernos temas, metas y proyectos para el que nace. En fin, mientras que estemos en vida creemos tener obligaciones aún cuando no las tomemos como algo muy preciso. Alguno tendrá en su ideario algo tan simple como rebajar unos cuantos kilos mientras que otro pensará en superarse en el ámbito en que está (escuela, trabajo, familia). La cuestión es comparar: ¿qué logré en 2015?, ¿qué haré en el 2016?
Durante muchos años hice un plan de lectura al inicio de cada año. Por evidente declaro que antes efectuaba una revisión del plan del año que acababa porque sin ello no tendría sentido el nuevo. En el plan proyectaba varios tipos de lecturas: las obligadas (relacionadas con la profesión), las de placer (en general literatura), las eventuales (nunca sabe uno qué aparecerá como novedad) y las de formación personal (por ejemplo leer a un autor, un tema…)
Creo que, por principio rechazo los libros que tienen por objetivo aleccionarme: “hazte amar por todos”, “cómo hacerte rico sin fatigas”, “diez lecciones para alcanzar la felicidad”, “aprenda alemán en un mes”, “consiga que los demás trabajen para usted”.
Tengo autores aborrecidos pero no los declaro aquí porque ya he metido la pata diciéndolo y recibiendo el consabido: “¡ay, a mí me encanta!” Cuando menos a mis alumnos les digo que no pierdan su tiempo leyendo autores mediocres pudiendo leer a los grandes.
El plan de lecturas es sólo un ejemplo, pero cada quien tendrá un tema en el que crea que si hace un plan logrará un determinado avance. La idea de un balance y de un proyecto es, a su vez, muy difundida.
En miles de pinturas y grabados encontramos la imagen de un ángel que tiene en las manos una balanza en la que está pesando a las almas: el peso de las buenas obras o el de los pecados determinará el destino. Si pesan más las buenas obras el cielo será su morada eterna, en caso contrario la espera el infierno. Tales símbolos son anteriores al cristianismo, de ahí su interiorización en las mentes.
En fin, 2015, en lo que toca al mundo, quedará como un triste recuerdo de lo que no debería suceder. Millones de africanos han querido alcanzar Europa y son miles los que quedaron muertos en el Mediterráneo. El éxodo sirio de cuatro millones de individuos huyendo de la situación procreada, promovida por los dueños del mundo: Rusia y Estados Unidos es una muestra más del fracaso de la ONU. Entre nosotros, los conflictos que se han recrudecido en el sur del País nos parecen inverosímiles porque los que deberían encarar las causas de la violencia y de los problemas económicos no han mostrado oficio o, al contrario, han enseñado el de la impunidad.
Los refugiados españoles en México decían cada día primero de enero: “este año caerá Franco” y no, nunca cayó sino que murió tranquilo en su cama tras 40 años de dictadura. Es una buena lección para no esperar que las cosas sucedan por arte de magia: debemos propiciarlas, ayudar a que pasen. Cada uno de nosotros es responsable del bienestar de todos.