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Lo que nos deja Odebrecht
Por: Fernanda Odilla
Según una investigación reciente, es común que las turbulencias políticas y económicas fortalezcan el desarrollo porque las empresas son muy hábiles para actuar, resistir y avanzar en medio de ambientes marcados por la incertidumbre.
De hecho, ese estudio encontró una correlación positiva entre la corrupción y el crecimiento económico en países de Asia y América Latina.
Y esa es precisamente la tesis de un grupo de académicos que en la década de 1960 afirmaba que la corrupción es el ‘aceite que lubrica los engranajes del Estado y de las economías emergentes’.
Investigaciones realizadas recientemente en Asia y Latinoamérica sugieren que los académicos Nathaniel Leff, Samuel Huntington y Colin Leys, que hace dos décadas dijeron ser partidarios de la tesis de que la corrupción podía tener algún lado positivo, no estaban completamente equivocados.
Desde el punto de vista de Leff, Huntington y Leys, la corrupción podría —por ejemplo— facilitar los procesos burocráticos e incluso contribuir a la dinamización de la economía.
De acuerdo con esa tesis, los negocios de la economía informal tendrían su funcionamiento garantizado gracias a los sobornos pagados para obtener algunas ventajas.
Sin embargo, con el tiempo, académicos de diferentes áreas comenzaron a preconizar que la corrupción tenía que ser vista como ‘un mal a ser combatido’.
No solo porque consume recursos que podrían ser destinados a sectores como la salud, la educación y la reducción de las desigualdades, sino también porque la corrupción tiende a favorecer los intereses privados en detrimento de la colectividad.
Pero la controversia ha vuelto a ser abierta, gracias a nuevos estudios que buscan identificar asociaciones positivas entre la corrupción y el crecimiento económico.
En pocas palabras, de acuerdo con esas investigaciones, la corrupción no sería un impedimento para el crecimiento de la economía.
Dos casos confirmados
Es importante resaltar que los intentos de desafiar la lógica que señala que la corrupción solo trae perjuicios, mediante el uso de evidencias empíricas, aún son incipientes en el sector académico.
Eso significa que todavía son pocos los estudios publicados sobre el tema. Además, también existe una corriente de pensamiento con muchos seguidores entre quienes prevalece la creencia de que los efectos de la corrupción son ‘extremadamente nocivos’ para la sociedad como un todo.
En fin, veamos los resultados de dos estudios al respecto…
1. El caso Asia-Pacífico
En 2015, Chiung-Ju Huang, de la Universidad Feng Chia de Taiwán, publicó un artículo en la revista North American Journal of Economics and Finance con un título provocador: ‘¿Es mala la corrupción para el crecimiento económico?’.
En el texto se afirma que los resultados del estudio “no apoyan la percepción común de que la corrupción hace daño al crecimiento económico”.
El análisis estadístico mostró que el impacto de la corrupción no fue significativo en la economía de 12 de los 13 países de la región Asia-Pacífico.
De acuerdo con el autor, los datos apuntan hacia Corea del Sur como una excepción. O sea que, durante el lapso analizado (1997 y 2013), surgió evidencia de una relación causal entre la corrupción y el aumento del crecimiento de la economía surcoreana para el periodo analizado.
Los hallazgos de Chiung-Ju, según él mismo señala, refuerzan un estudio anterior, de 1997, que ya indicaba que el desarrollo económico de Corea del Sur estaba directamente relacionado con prácticas inmorales e ilegales adoptadas por el gobierno y por empresarios para seleccionar y financiar los llamados chaebol, grandes conglomerados que tuvieron un papel clave en la reestructuración de la política económica del país.
La investigación de Chiung-Ju también evaluó si existía una relación causal inversa, es decir, si el crecimiento económico era capaz de impulsar la corrupción. La respuesta fue “no”, para todos los países analizados, menos para China.
“Más específicamente, el crecimiento económico de China aparece como un efecto significativamente positivo en materia de corrupción, indicando que un aumento del crecimiento económico lleva a un aumento de la corrupción”, señala el estudio, en el cual el autor afirma desafiar la creencia convencional de que la corrupción es un impedimento para el crecimiento económico en el caso de la región Asia-Pacífico.
2. El caso Latinoaméricano
En este lado del mundo, concretamente América Latina, un estudio realizado por el profesor italiano Luciano Ciravegna, del King’s College de Londres, junto a otros tres investigadores, midió el desempeño y la capacidad de internacionalización de las empresas en economías consideradas como emergentes, con altos riesgos políticos y una alta percepción de corrupción.
Las investigaciones intentaban descubrir por qué las empresas de los países donde hay una elevada percepción de corrupción tienen facilidades para expandir sus negocios en el mercado doméstico.
Al realizar las pruebas estadísticas con datos de 536 empresas de Brasil, Argentina, Perú y Chile, los investigadores concluyeron que “la corrupción tuvo un impacto positivo en el desempeño de las empresas de estos países”.
Es decir, según los autores, en los países donde hay más corrupción el lucro doméstico de las empresas tiende a ser mayor.
Para medir el desempeño de las empresas, los académicos tomaron en cuenta la rentabilidad de las mismas y la cruzaron con diferentes variables referidas a las características individuales de las compañías, el perfil de la economía de los países y el índice de percepción de corrupción según ‘Transparencia Internacional’.
A partir del empleo de distintos modelos estadísticos y con el uso de regresiones matemáticas, el estudio identificó una interacción positiva entre la corrupción y la internacionalización de las empresas.
La gallina y el huevo
“¿Tiene algo bueno la corrupción? No. Todavía creo que es algo malo”, dice Ciravegna, quien agrega que, desde el punto de vista teórico, no es una idea nueva decir que la corrupción es ‘el aceite que lubrica los engranajes’, en especial en lugares donde hay muchas trabas burocráticas.
Sin embargo, Ciravegna señala que “cuando se habla de burocracia y corrupción existe un dilema similar al del huevo y la gallina. En este caso uno se pregunta…
“¿La corrupción existe para esquivar las trabas burocráticas o la burocracia existe para dificultar la corrupción?”.
Ciravegna dice que el artículo, publicado en la revista Journal of World Business, es solo el primer paso de una investigación que busca ir más a fondo, explorando las distintas facetas del tema.
Según el profesor, la idea es intentar entender los diferentes comportamientos de las empresas latinoamericanas cuando actúan en casa y cuando actúan a nivel internacional.
“¿Son ellas corruptas dentro y fuera de casa como sucedió, por ejemplo, con Odebrecht? ¿O cuando ellas actúan en el mercado internacional mejoran su comportamiento y su desempeño? Eso es lo que queremos evaluar”, afirma Ciravegna, citando a la constructora brasileña, que admitió haber pagado sobornos en diferentes países de América Latina y África para expandir sus negocios.
*Apunte del editor. Odebrecht es una empresa brasileña, creada por Marcelo Odebrecht, que hoy está en el centro del mayor escándalo de corrupción empresarial, con ramificaciones en una decena de países de América Latina.
(La autora reporta para BBCBrasil)